Pecuario y Pesquero

El modo de cría de las vacas influye en el clima, también de forma positiva

  • Que las vacas sean perjudiciales para el clima o sean protectoras del paisaje también viene determinado por nuestra forma de actuar y ver las cosas

2000Agro/Redacción

Con su digestión, las vacas emiten metano, un gas que repercute gravemente en el clima. Sin embargo, esto no significa que necesariamente perjudiquen al clima. Los agricultores biodinámicos saben que la alimentación y cría de las vacas hacen que, como parte esencial de los ciclos naturales, favorezcan al medio natural y protejan el clima.

“Que las vacas sean perjudiciales para el clima o sean protectoras del paisaje también viene determinado por nuestra forma de actuar y ver las cosas”, como escribe Lukas Maschek, investigador asociado de la Sección de Agricultura en el Goetheanum, en un texto sobre “Las vacas y el clima” publicado en el boletín “Fonds Goetheanum”.

En el mismo artículo añade: “Las vacas solo pueden convertirse en peligro para el clima si el ser humano permite que esto sea así.” ¿Una hipótesis muy atrevida?

Los rumiantes producen metano a través de los procesos digestivos. El metano es uno de los gases que más influyen en el clima. Sin embargo, si se tiene en cuenta el ciclo de transformación en su totalidad, la imagen cambia. Por ejemplo, la agricultura biodinámica, como economía circular, cuida que haya el menor desperdicio posible.

Esto significa que restos de materia prima y de la cosecha y materia transformada se convierten en piensos, y que el estiércol de vaca se utiliza como abono para los pastos, entendiendo el abono en forma de estiércol puro, sin orina.

El estiércol de vaca se convierte luego en hábitat de microorganismos e insectos, que sirven de alimento a anfibios, reptiles, murciélagos y pájaros. Por otro lado, al contribuir a la formación de humus, el estiércol de vaca hace que haya una diversidad de organismos vivos en el suelo.

Además de ello, el suelo rico en humus retiene el dióxido de carbono y aumenta la capacidad de retención de agua. Ambos factores tienen un efecto positivo sobre el clima y atenúan las consecuencias de condiciones meteorológicas extremas. El pastoreo y la siega estimulan el crecimiento de las raíces y el desarrollo de un sistema radicular fino y profundo, que también absorbe el dióxido de carbono del ambiente.

Si el ganado se cría de acuerdo con la capacidad del suelo, el metano emitido entra a formar parte de una espiral positiva. Esto se debe a que, con el paso de los años, el metano se convierte en dióxido de carbono que, al ser absorbido por las plantas y la tierra, fomenta la fertilidad del suelo.

Fotografía: Goetheanum

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