Política Agropecuaria

Desertificación puede hipotecar el futuro de un país: FAO

México suscribió la Convención de la ONU de Lucha contra la Desertificación desde 1994 y la ratificó en 1995

Cuanto mayores sean la pobreza de la población y el subdesarrollo, más graves serán las consecuencias de los efectos de la desertificación que pueden llegar incluso a hipotecar el futuro de un país, advierte la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y señala que será más crítica la situación si se suman difíciles condiciones naturales, especialmente las climáticas.

En ese escenario se encuentran 110 países, incluido México, donde el impacto de la desertificación de las tierras es mayor desde mediados de los noventa, al registrar en conjunto una pérdida anual de 12 millones de hectáreas de tierra productiva. Hoy día, 168 naciones, algunas desarrolladas como España, sufren una severa degradación de sus suelos, con un costo global de 42 mil millones de dólares de ingresos y la pérdida de 20 millones de toneladas de granos cada año.

Desde 1992, los asistentes a la Cumbre de la Tierra advertían sobre esa creciente degradación, evidente en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas del mundo. Un cuarto de siglo después, el alcance del fenómeno multifactorial afecta de manera directa el bienestar de mil millones de seres humanos de los cinco continentes y, además, amaga la biodiversidad global.

Ante esta problemática, en 1994 se creó la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, vigente a partir del 17 de junio de 1996, fecha que los 194 países miembros conmemoran como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía para recordar que de la calidad de los suelos dependen la biodiversidad y la alimentación de miles de millones de personas, y apurar acciones que frenen la devastación y generen resiliencia.

La magnitud del desastre demanda la inaplazable atención de todas las naciones, pues más del 44 por ciento del total de los cultivos mundiales se desarrollan en las tierras secas, catalogadas entre los mayores contribuyentes de la reserva alimentaria mundial. Al ritmo actual de degradación, en 30 años podría presentarse un grave déficit alimentario global si tomamos en cuenta que en 2050 la demanda de comestibles se incrementará en un 60 por ciento, según previsiones de la FAO.

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