Sector Rural

Continúa la emergencia alimentaria en la tarahumara

Al menos 600 mil personas no tienen agua ni siquiera para sus necesidades más elementales, y quienes llegan a beber agua lo hacen después de recorrer horas para llegar a un pozo

Chihuahua, México.─ Pese a que los gobiernos enviaron ayuda e implementaron apoyos con programas sociales para controlar la contingencia alimentaria en la Sierra Tarahumara, la hambruna continúa.

El problema de fondo, aseguran activistas y funcionarios municipales de la zona serrana, es la falta de políticas públicas diseñadas para defender a los indígenas que poco a poco han sido despojados de sus tierras.

En 2010 el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), ubicó entre las diez localidades de más alto rezago social del país, a los municipios de Batopilas, Guadalupe y Calvo y Chínipas, en la Sierra Tarahumara.

Entidades que día con día ven empeorar su situación en cuanto a rezago social y la falta de alimentación la cual se agudizó a partir de 2008 ante el panorama de la sequía.

Además, Chihuahua continúa presentando altos índices de mortalidad de niños menores de cinco años: con 12.5 por cada mil nacidos vivos, y de ese porcentaje, 8.3 mueren por desnutrición.

El diputado con licencia Víctor Quintana Silveyra expresó “ante esta vergonzosa realidad, no ha habido una política de Estado para aliviarla, ya no digamos para resolverla”, tras juzgar el asistencialismo del programa Oportunidades como una estrategia que poco ha cubierto a los rarámuris.

“Todos los años los diferentes niveles de gobierno vuelven a repartir despensas y cobijas, pero no se invierte en desarrollo de capacidades comunitarias para producir sus propios alimentos, los programas se disparan y cada nivel de gobierno procura sacar tajada electoral, se trata de llenar de asistencialismo los huecos que deja la injusticia social”, dijo.

Uno de los activistas sociales que ha trabajado con los indígenas de la Sierra Tarahumara por años es el sacerdote Javier Ávila, mejor conocido como el padre “Pato”, él expone que no hay justicia eficaz para las comunidades indígenas: pues decenas de ellas han sido despojadas de sus tierras sin tener acceso a aquellos privilegios que les permitan gozar de los apoyos diseñados para recuperarlas.

Tal es el caso del programa especial de la Reforma Agraria para comprar tierras en las regiones consideradas como “focos rojos”, en donde el gobierno federal no ha dirigido recurso alguno para la Sierra Tarahumara.

“Tampoco se combate con eficacia el despojo de los bosques, y las compañías mineras canadienses siguen haciéndoles cuentas alegres a sus accionistas sin invertir un cinco para la infraestructura productiva de las comunidades, cuyo territorio contaminan”, explicó antes de dar una reflexión sobre la situación actual que se agravará en los próximos años a consecuencia del cambio climático.

“El calentamiento global se ha instalado en la parte de la República al norte del Trópico de Cáncer, donde nos situamos, esto ha afectado la siembra no sólo de los tarahumaras sino de todos los agricultores del norte del país, y en este inciso tenemos que recordar que después del despojo los rarámuris son pueblos autosuficientes generadores de sus alimentos”, indicó.

Para revertir estos efectos se deben exigir acciones contundentes, políticas de Estado ante la sequía y el hambre exigiendo primero que nada, atención a la emergencia en la Sierra Tarahumara, atacando las causas de fondo, detalló.

Comunidades sedientas

Por su parte Gustavo Arvizo Ruiz, presidente de Guachochi afirmó que la solidaridad espontánea e inmediata que el pueblo de México demostró ante la contingencia ayudó a paliar en algo el hambre de la Sierra Tarahumara, sin embargo, el problema se resolverá sólo cuando se realicen programas que reviertan los efectos de fondo y se le dé el lugar que les corresponde a los rarámuris.

“Se tiene detectado que por los menos cerca de 307 poblaciones serranas tienen sed, ocasionada por la sequía que desde hace un tiempo azotó a Chihuahua y acabó con manantiales, arroyos, pozos y aguajes”, informó.

El funcionario municipal afirmó que en coordinación con el gobierno del estado se pudo conocer que al menos 600 mil personas no tienen agua ni siquiera para sus necesidades más elementales, y quienes llegan a beber agua lo hacen después de recorrer horas para llegar a un pozo.

“La temporada de estiaje está causando estragos; 14 meses sin lluvias secaron los manantiales y han abatido los pozos profundos de ciudades como Jiménez, en el sur de la entidad, de los que depende el abastecimiento de más de 41 mil habitantes”, dijo.

Rocheachi, poblado del municipio de Guachochi, en el corazón de la Sierra Tarahumara, de unos 900 habitantes, se quedó sin agua esta primavera. Se secaron los arroyos que surtían los manantiales de los que se bombeaba agua a las viviendas.

Chínipas, Témoris, Batopilas, Uruachi y Guadalupe y Calvo, así como otras comunidades grandes de la serranía, padecen también la sequía.

El agua potable sólo llega por espacio de unas horas a los domicilios y ha disminuido drásticamente la presión en las tuberías, debido al bajo nivel de los manantiales de donde se bombea el líquido.

En San Rafael, municipio de Urique, la falta de agua ha generado conflictos comunitarios, debido a que algunas familias tienen sus propios aguajes, protegidos por un registro y bajo llave, y no comparten el agua con los vecinos.

El director de la Junta Central de Agua y Saneamiento del estado, Raúl Javalera, informó que 600 mil personas carecen de agua y requieren que se les lleve el líquido a través de pipas, “pero el problema está creciendo en forma exponencial, a diario se suman poblados con la solicitud de que les enviemos agua”.

Lo más complicado es que muchos son pequeños poblados dispersos en la geografía serrana, de difícil acceso, donde los lugareños no cuentan con depósitos para almacenar el líquido que les proporcionan por tandeo, por lo que además se les debe dotar de tinacos, explicó.

Fuente: NorteDigital.mx

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