- El gobierno federal puede establecer estímulos fiscales o créditos a tasas blandas para empresas, industrias o productores que inviertan en tecnificación o en infraestructura hidroagrícola
2000Agro/Redacción
La sequía es un fenómeno crónico en México, que se extiende a más de la mitad del territorio nacional y ante su impacto socioeconómico y la competencia creciente por el agua en diversos sectores, es necesario y urgente que nuestros futuros gobernantes trabajen en diseñar políticas públicas innovadoras que consideren otorgar estímulos para impulsar un uso más eficiente del agua en la producción agrícola, como serían los “bonos de agua” a la industria que apoye e invierta en la tecnificación del riego agrícola, por ejemplo.
En paralelo, el gobierno federal puede establecer estímulos fiscales o créditos a tasas blandas para empresas, industrias o productores que inviertan en tecnificación o en infraestructura hidroagrícola que coadyuve a mejorar la eficiencia del uso del agua en la agricultura, afirmó el experto en temas de desarrollo agrícola y alternativas sustentables, Marcel Morales Ibarra.
Cuando hablamos de crisis del agua, explicó, hacemos referencia, por un lado, al problema del cambio climático, que cada vez manifiesta periodos más graves y prolongados de sequía; por otro lado, nos refiere al alto nivel de ineficiencia del uso del agua en la producción agrícola, la cual se ha venido agudizando en los últimos años.
Hay que recordar que 76 por ciento del consumo total de agua se destina a la producción agrícola, 16 por ciento para el consumo doméstico y 8 por ciento al sector industrial. El gran problema es que cerca del 70 por ciento del preciado líquido que destinamos a la producción de alimento se desperdicia. Esto como consecuencia del obsoleto e ineficiente sistema de irrigación y de producción.
Por lo tanto, subrayó, si se quiere encontrar solución a la crisis del agua tenemos que atender el sistema de riego obsoleto e innovar un sistema de producción agrícola sustentable.
Marcel Morales Ibarra expresó que si desde las instituciones de gobierno se implementan esquemas para apoyar el establecimiento de sistemas de riego más eficientes, que permitan mejorar la conducción del agua de la presa a la parcela o el revestimiento de canales, la industria obtendría un bono que les asegurara un determinado volumen del líquido para su actividad.
La sequía provoca que hoy, según cifras oficiales, las principales presas agrícolas del país se encuentren por abajo del 40 por ciento de almacenamiento, y en aquellas regiones de importancia en la producción agroalimentaria este problema es mucho más agudo. En la región noroeste, donde se ubican Sinaloa y Sonora, este almacenamiento es menor al 12 por ciento.
El también director de Biofábrica Siglo XXI expuso que aunque las inversiones en tecnificación de riego o infraestructura hidroagrícola pueden ser altas, se justifican ante la magnitud del problema, además que se puede hacer un mejor uso del dinero público y aprovechar el creciente interés del sector financiero internacional por invertir en temas de sustentabilidad en el sector agropecuario. Por ejemplo, FIRA (Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura) del Banco de México, tiene una amplia experiencia en la emisión de bonos verdes, con fondeo de organismos internacionales, para impulsar proyectos que ayuden a la sustentabilidad de la producción agrícola en el país. ¿Por qué no pensamos en la emisión de estos para el uso más eficiente del agua en la producción agrícola? Se preguntó el especialista.
Aumentar la eficiencia del agua en el campo permitiría reducir la competencia por este recurso en la propia industria y a nivel doméstico, subrayó Marcel Morales, para lo cual “necesitas definir políticas públicas serias. Es más fácil definir alternativas si defines bien la problemática”.
Campo inmenso para la eficiencia en el uso de agua en la agricultura
En México, puntualizó Morales Ibarra, hay seis millones de hectáreas de riego, pero menos de 1.2 millones (20 %) cuenta con sistemas de riego tecnificado (goteo o aspersión), por lo que existe un campo inmenso para aumentar la eficiencia del uso del agua en esta actividad.
Pero, el lograr un uso más eficiente del agua en la agricultura no solo compromete atender el ineficiente sistema de irrigación que tenemos, hay que considerar el franco y avanzado nivel de deterioro de los suelos agrícolas que, producto del actual modelo de producción, herencia de la llamada Revolución Verde, de mediados del siglo pasado, caracterizado por el desmedido uso de agroquímicos, se ha acelerado en los últimos años. Este deterioro ha mermado significativamente la capacidad de los suelos de retención de humedad, consecuencia de la pérdida de materia orgánica y de la vida microbiana.
Está demostrado que con la disminución de la fertilización química y el uso de biofertilizantes microbianos, se incrementa esta retención hasta en un 40 por ciento, en el segundo año de aplicación; además, estos bioinsumos estimulan un mayor desarrollo radicular, en más del 100 por ciento, con lo que la planta aprovecha mejor la disponibilidad de agua.
El uso de bioinsumos y la disminución de los agroquímicos es otra importante vía para lograr un uso más eficiente del agua, incrementando producción y productividad, y, sobre todo, libera presión al uso doméstico e industrial.
Por último, consideró que en la coyuntura actual, ante el proceso de cambio de gobierno, es un momento adecuado para plantear estas opciones, viables y deseables. “Todos nos veríamos beneficiados si en este largo proceso electoral, propuestas sensatas a los grandes problemas que nos aquejan, tuvieran algún espacio. Ojalá.”
Fotografía: Biofábrica Siglo XXI