Biotecnología

Busca Perú mejorar genéticamente las alpacas

El animal se ha convertido en un símbolo de esta región de picos nevados, pero los granjeros en Perú están preocupados porque la calidad de la lana está disminuyendo y temen que la reserva genética de la mayor industria de alpaca en el mundo pueda deteriorarse drásticamente.

También están preocupados por la competencia creciente de países como Australia y Nueva Zelanda que, gracias a una tecnología más avanzada y a mayores recursos, han tenido más éxito en sus programas de cría de alpacas.

Pero ahora, con financiación de la embajada de Francia en Perú y la organización de beneficencia británica Oxfam, un programa ha empezado a ayudar en el mejoramiento genético de las alpacas en la región sureña de Puno, una de las zonas más pobres del país y hogar de 1.6 millones de alpacas.

Hábitat ideal

El pueblo de Macusani, en Puno, se enorgullece de ser la capital mundial de la alpaca.

A 4,700 metros sobre el nivel del mar, el aire es helado y poco denso, el sol fiero, y la tierra sostiene poca vegetación aparte de unos matojos dispersos de pasto amarillento.

Mientras que poco es lo que florece en este paisaje agreste, éste es el hábitat ideal para las llamas o sus primas más pequeñas y lanudas, las alpacas.

La gente de Macusani parece adorar a la criatura.

Su lana amplia y gruesa los provee del calor que es vital en los fríos altiplanos de la cordillera Carabaya andina, en donde mucha gente vive en cabañas hechas de piedras o adobe.

Su carne de gusto fuerte es una fuente valiosa de proteínas y su naturaleza dócil hace fácil domesticarlas.

Pero también hay una gran demanda internacional de lana de alpaca como un producto de lujo porque es extremadamente caliente, más liviana que la lana de oveja y más suave al tacto.

Algunos kilómetros más allá de Macusani, un grupo de viviendas de piedra está como colgado de un costado del valle. A su alrededor, un rebaño de plácidas llamas y alpacas pacen en los ralos prados.

Aquí, Miguel Cano, de 79 años, y su esposa Micaela han criado a 14 hijos y a mil alpacas en los últimos 50 años.

Sin ayuda del Estado o del gobierno local hasta ahora, enviaron a su hijo al colegio y la universidad gracias a las ganancias de la cría de alpacas.

Su hija, Teodora Cano, es presidenta de la rama regional del Sociedad Peruana de Criadores de Llama y Alpaca (Spar).

“Se lo debemos todo a la alpaca. Ahora tenemos un foro nacional en donde podemos asegurar que a todos los criadores de alpacas se les pague un precio justo por su lana”, dice.

“Cualquier cosa que mejore la calidad de la lana va a ayudar a los granjeros.”

Laboratorio de montaña

Zenón Choquehuanca, director del proyecto de mejora genética de la alpaca quiere reparar lo que él ve como una ventaja injusta que los países más desarrollados tienen en sus programas de cría.

“Australia y otros países que crían alpacas compradas en Perú han usado la más sofisticada tecnología para su mejoramiento genético”, asegura.

“Nuestro objetivo es hacer lo mismo en Perú.”

Choquehuanca explica que la lana de una alpaca se juzga por dos criterios, volumen y fineza.

Al usar la nueva tecnología pueden medir el número de folículos pilosos por centímetro cuadrado así como el diámetro de los pelos del ejemplar.

En cuanto más delgado es el pelo, mejor es la lana.

Localizado en el aislado esplendor montañoso, queda el laboratorio Munay Paq’ocha, cuyo nombre significa “alpaca hermosa” en quechua.

La lana de alpaca es lavada y calentada en una estufa antes de que la grasa en cada pelo sea medida para evaluar la elasticidad de la fibra. Entonces, se pesan las fibras. Luego, se mide su diámetro con un microscopio.

Esta información se cruza con la fecha de nacimiento y el peso al nacer de las alpacas y permite que aquellas con características óptimas sean criadas juntas.

“En la medida en que vean mejorar sus vidas mediante la ciencia aplicada a sus prácticas agropecuarias, los criadores de alpacas van a aprender que pueden mejorar efectivamente su ganado.”

El criador Temístocles Riquelme Ardiles da fe de la grandeza de la alpaca.

Vestido con un poncho de lana, se para en medio de los vientos helados entre cientos de suris —un cruce entre llamas y alpacas— en las planicies peladas cerca de su hogar.

“Amo a la alpaca como a una mujer bonita, me da calor y confort, cama y comida, me da todo”, dice mientras abraza a una de las alpacas alrededor del cuello y la besa firmemente.

El alcalde de la región de Carabaya, Michel Portier —un francés que ha vivido en Perú por 18 años— ha asegurado el respaldo financiero para establecer el programa.

“La selección genética de alpacas afecta directamente la calidad de vida de la gente que vive aquí y ayuda a luchar contra la pobreza”, afirma Riquelme.

“La agricultura es un negocio riesgoso en esta altura. Algunos años tenemos una escarcha tan fría que puede acabar con toda una cosecha. El único recurso confiable que tiene la gente de aquí es la alpaca”, señala.

La ciencia del mejoramiento genético podría hacer de Macusani no sólo el hogar espiritual, sino también comercial de la alpaca.

Fuente: BBC

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