Biotecnología

Cultivo de tejidos multiplicando la naturaleza

El estudio del cultivo de tejidos vegetales tiene aplicaciones en investigación básica y se utiliza como una herramienta para generar modelos biológicos, así como para realizar análisis moleculares del ciclo celular y de la división celular acelerada, esto con el fin de observar cuáles son los factores moleculares que llevan a una célula a una rápida división.

A través del tiempo el hombre observó el proceso de clonación y hoy, el biotecnólogo copia lo que ya existe en la naturaleza para reproducirlo en un laboratorio. La base de este estudio es la teoría celular y la potencialidad de las células, que se define como la capacidad para producir células hijas idénticas y que se denomina ahora cultivo de tejidos vegetales.

En entrevista con 2000Agro, María Teresa Olivera Flores, maestra en ciencias y coordinadora del Laboratorio de Cultivo de Tejidos de la UNAM, señaló que la clonación no es más que el proceso de obtener una o varias plantas idénticas a la que le dio origen. Y añadió: “En realidad se practica desde hace miles de años, porque hay muchas plantas que se reproducen vía vegetativa, esto implica que no hay una recombinación, un intercambio de material genético o polinización, por tanto, son idénticas genéticamente.”

La clonación o cultivo de tejidos vegetales, se ha ido depurando y se ha llevado a su máxima expresión en el laboratorio. Actualmente se toman pequeñas porciones de una planta, ya sea hoja, raíz o tallo y se induce un proceso morfogenético, de forma tal, que de un centímetro cuadrado de violeta africana –por poner un ejemplo– se pueden generar mil plantas en forma escalonada.

En el laboratorio se hacen varias aplicaciones a partir del cultivo de tejidos, uno de estos estudios es la micropropagación, que consiste en el cultivo de pequeños segmentos de plantas en condiciones artificiales, desde una célula hasta un órgano, y a partir de ahí producir mayor cantidad de plantas.

El cultivo de tejidos puede servir también para obtener millones de células que se almacenan en un microrreactor y ponerlas a trabajar como pequeñas fábricas de producción de metabólicos secundarios, como son colorantes y enzimas, las cuales resultan muy caras si se hacen sintéticamente.

Otra aplicación consiste en la obtención de plantas transgénicas de zanahoria, alfalfa y maíz para obtener una vacuna contra la rabia. Por medio de biobalística, se introduce un gen a un grupo de células amorfas llamadas callo, este gen se codifica para la proteína G del virus de la rabia, de ahí se regeneran varias plantas que sirven como un inmunólogo oral para el ganado vacuno; ésta es una opción para las vacunas que se aplican normalmente.

Una aplicación más es la obtención de plantas acloides, donde se tiene una planta con la mitad de sus cromosomas, posteriormente se induce a su duplicación y se obtiene una planta homocigótica; esto ayuda al mejoramiento genético acortando tiempos, como es el caso del mejoramiento genético del maíz, que en lugar de formarse un híbrido durante casi 10 años, se logra en menor tiempo.

“En el ámbito comercial y de agricultura, creo que la aplicación más importante e inmediata es la micropropagación. Actualmente estamos micropropagando un alcatraz verde que su semilla tiene dificultades para germinar, con tratamientos especiales obtenemos la germinación en un mes y nace un pequeño bulbo, mismo que fraccionamos y de cada fracción podemos obtener hasta ocho plantas, de tal manera que de una semilla podemos tener de 24 a 30 plantas en lugar de una semilla y una planta”, destacó María Teresa Olivera.

En el laboratorio se trabaja también el anturio, que dentro del mercado ornamental es una planta muy demandada por tener una flor grande y atractiva; actualmente, cada flor para corte cuesta entre 50 y 60 pesos. A petición de los productores, se han clonado unas variedades mejoradas que ellos tienen, de tal forma que de una planta se pueden obtener hasta mil ejemplares idénticos al que le dio origen.

“Cabe señalar que el cultivo de tejidos también tiene sus desventajas, no podemos estar micropropagando hasta el infinito porque hay un deterioro genético, lo que tenemos que hacer es renovar los cultivares por lo menos cada año, para que no haya esa erosión genética, o en un momento dado generar nuevas variedades a través de cruzas y micropropagarlas”, aseveró la especialista en cultivo de tejidos.

Son muchos los factores para el éxito de la micropropagación, entre ellos están las hormonas utilizadas, el sistema, si el medio utilizado es líquido o sólido, el tipo de órgano que se usa, no es lo mismo utilizar una hoja que un grano de polen. Existe una memoria bioquímica en las células de cada órgano utilizado.

Efectivamente las células guardan una memoria bioquímica. En cultivo de tejidos, si se quiere llevar una planta a floración rápidamente, se puede utilizar una planta que ya haya iniciado este proceso y entonces las plantas micropropagadas acortan el tiempo para comenzar su florescencia.

También hay una memoria bioquímica en el sentido del tipo de órgano que le da origen, si es una célula que viene de una hoja o de una raíz, bajo un efecto ambiental se comporta igual que esa célula, entonces todos esos factores intrínsecos de las células se toman en cuenta para no obtener resultados inesperados.

“De igual forma, se pueden micropropagar plantas en vías de extinción, el problema de ello es que no hay variabilidad genética, todos los clones son idénticos; definitivamente en la UNAM somos pioneros en hacer este tipo de clonación para preservar muchas de las plantas que están en peligro de extinción”, concluyó la especialista.

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