Biotecnología

La sequía pone a prueba el maíz modificado genéticamente

Los tres productores de semillas más importantes están trabajando sobre cultivos resistentes a la sequía. Las condiciones de este verano están siendo una dura prueba

Estados Unidos.─ El granjero de Illinois, EU, Mike Cyrulik no preveía la sequía de este año cuando, en primavera, plantó 20 sacos de una nueva simiente de maíz en una parcela de su granja de dos mil hectáreas. Hoy, semanas antes de la cosecha, gran parte de su plantación y de la de sus vecinos se está muriendo. Pero no la zona en la que sembró las nuevas semillas.

Estas plantas con un aspecto tan saludable “han acabado siendo la comidilla del pueblo”, afirma Cyrulik, que espera un rendimiento significativamente mayor, de 30 a 50 fanegas más de cada una de esas 88 hectáreas en Bloomington.

Y esto será posible gracias a un maíz resistente a la sequía producido por una de las mayores empresas de semillas del mundo, Syngenta, que empezó una distribución limitada de esta simiente justo antes de la temporada de siembra de 2011. De hecho, tres de los principales productores de simientes —Syngenta, DuPont y Monsanto— esperan tener éxitos parecidos al de Cyrulik en medio de la peor sequía sufrida por Estados Unidos en los últimos 50 años.

La devastadora sequía llega en el momento en el que Syngenta y la empresa Pioneer de DuPont preparan la comercialización de una nueva generación de semillas de maíz creadas para que los granjeros puedan mejorar sus cosechas en condiciones de escasez de agua. En el caso de Monsanto, la empresa ha estado llevando a cabo ensayos previos a la distribución de una primera cosecha comercial que posee una característica de tolerancia a la sequía gracias a que ha sido genéticamente modificada.

La tolerancia a la sequía es uno de los mayores retos en la investigación agrícola, según explica Mark Edge, director del departamento de sequía y uso de agua en Monsanto. En los últimos años, las tecnologías que permiten un cribado más rápido de potenciales materias primas genéticas han permitido hacer avanzar programas tanto de cultivos tradicionales como de cultivos modificados genéticamente en este campo.

Las cosechas de variedades biotecnológicas están presentes en el mercado desde la década de 1990, pero características como la resistencia a plagas o herbicidas son más fáciles de modificar porque implican a un único gen.

La eficiencia de una planta para usar el agua y cómo se comporta ante el estrés ocasionado por la falta de agua son respuestas más complejas controladas por muchos conjuntos de genes y por distintas partes de una planta. Los factores medioambientales, como el momento del crecimiento en el que se produce la sequía, también influyen.

Por estos motivos, los investigadores afirman que aún no está claro si el cultivo tradicional, la modificación genética o una combinación de ambos será el camino más eficaz a la hora de mejorar la tolerancia a la sequía en una amplia variedad de cultivos.

Parte de la dificultad a la hora de modificar las plantas para que toleren la sequía es que los investigadores deben encontrar genes con un efecto lo suficientemente grande sobre la respuesta de la planta para que merezca la pena hacer una inversión importante para la comercialización de esas nuevas semillas, como explica el ingeniero agrónomo de la Universidad de Purdue (EU) Mitch Tuinstra. Monsanto puede tardar más de una década e invertir más de 100 millones de dólares (unos 78 millones de euros) hasta conseguir comercializar un cultivo transgénico medio.

“Será uno de los mecanismos clave para avanzar, pero no creo que encontremos la panacea que resuelva todos nuestros problemas”, afirma. Tuinstra resalta que la tecnología no puede cambiar el hecho de que una planta necesita agua.

El maíz resistente a la sequía de Monsanto, aprobado por la legislación estadounidense en diciembre de 2011, contiene un gen proveniente de una bacteria que se encuentra habitualmente en la tierra, que permite al maíz absorber el agua más despacio.

Antes de ponerse a la venta el año que viene, el maíz biotecnológico está probándose en estados como Kansas y Nebraska (EU), acostumbrados a sufrir sequías moderadas. Por ahora, siguiendo las pautas de cultivo recomendadas, los granjeros están teniendo buenos resultados, afirma Edge. No obstante, las expectativas no son descabelladas: se trata de mejoras porcentuales de menos de diez puntos.

Pero se está investigando mucho más. El maíz ha sido uno de los primeros cultivos en estudiarse, pero Monsanto ya se encuentra en las primeras fases de desarrollo de un algodón modificado genéticamente con tolerancia a la sequía. DuPont y Syngenta planean introducir su propio maíz modificado genéticamente para zonas secas.

A pesar del éxito del maíz de Syngenta en su granja, Cyrulik aún no tiene datos para responder a la pregunta inicial —cómo rendirá el producto en un año en el que las lluvias sean normales—, que fue lo que le llevó a probarlo en un primer momento. Cree que le podría compensar pagar el precio mayor de las semillas resistentes a la sequía, pero también tendrían que producir cosechas de niveles normales cuando hubiera agua.

Ese dilema —cuándo y cuánto deberían invertir los productores de maíz de Estados Unidos en los años secos— se presentará cada vez con mayor frecuencia si el cambio climático nos trae sequías más extremas o impredecibles. ¿Son los nuevos maíces resistentes a la sequía la respuesta? “No lo sé. Aún no estoy dispuesto a jugarme la granja por ello”, afirma Cyrulik.

Fuente: MIT Technology Review

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