1982-1989: el desplome de la fabricación
Durante este periodo, las grandes transnacionales de maquinaria agrícola que habían instalado plantas ensambladoras en el país aprovecharon el auge de la mecanización agrícola del periodo anterior; pero, a partir de 1982 ─año en el que se suspendió el subsidio al diesel─ la situación cambió drásticamente.
Desde entonces, el desplome en la demanda de tractores ocasionó una fuerte competencia por ganar el mercado y una baja de utilidades. Las compañías tuvieron que ajustarse a las nuevas condiciones o simplemente abandonar el mercado.
Massey Ferguson, que en 1980 ocupaba el segundo lugar en las ventas, cerró su planta de México en 1985, debido a problemas financieros que enfrentó el Grupo Alfa, licenciataria en ese entonces de esta marca.
También, más adelante, International Harvester hizo lo mismo, quedando en el país sólo dos fabricantes: John Deere, con plantas en Monterrey y en Saltillo; esta última, tras la adquisición de la planta de Internacional Harvester en febrero de 1984.
El segundo fabricante fue Siderúrgica Nacional, SA (Sidena), en Ciudad Sahagún, Hidalgo, que en 1981 terminó su contrato de cooperación para fabricar el tractor Ford 5000, quedando sólo la línea del tractor T-25, fabricado en cooperación con una empresa rusa de tractores, hasta que en 1989 se dejó de fabricar.
1991-2000: el resurgimiento
Durante este periodo, las empresas que durante el ciclo anterior habían emigrado debido a la contracción del mercado de tractores, volvieron e establecerse en el país, aunque bajo otras condiciones, debido a la recomposición a escala mundial de éstas.
En el año 2000, había cinco ensambladoras de tractores en México:
1. Industrias John Deere, SA de CV, en Monterrey y Saltillo.
2. New Holland de México, SA de CV, en Querétaro.
3. Massey Ferguson de México, SA de CV, en Querétaro.
4. Case México / International Harvester, SA de CV, en Silao, Guanajuato.
5. Valtractores México, SA de CV, en Tlaquepaque, Jalisco.
