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Inocuidad alimentaria: un reto de certificación para México

  • Certificar el Sistema de Gestión de Inocuidad genera confianza en los socios comerciales, crecimiento en el mercado local y acceso a comercio internacional

2000Agro/Redacción

Cuando comemos, ¿realmente estamos seguros de que los alimentos son seguros para consumirse? Esta pregunta ha propiciado muchas conversaciones en los ámbitos nacional e internacional para garantizar la inocuidad alimentaria, así como la calidad de los productos; sin embargo todavía queda mucho trabajo por hacer, especialmente en México en donde algunas certificaciones siguen siendo una labor voluntaria de los productores nacionales y no un tema obligatorio para procurar la salud de las personas.

En el Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, que se conmemora el 7 de junio, y que este año tiene el lema “Las normas alimentarias salvan vidas”, se vuelve trascendental acelerar la concientización sobre el cumplimiento de las normas y “que como sociedad, iniciativa privada y sector público trabajemos en conjunto para incentivar las certificaciones de inocuidad de los alimentos, ya que México es uno de los principales países productores para consumo local y exportación; por lo que se vuelve más relevante cumplir con los estándares internacionales para proteger la salud de las personas en el mundo y también la economía, pues tan solo en 2022 se generó un valor de producción de 1.3 billones de pesos en el país”, destaca Israel Millán, Sales Manager de TÜV Rheinland de México.

De esta forma, la inocuidad alimentaria es un tema con varias aristas, pero una de las más importantes es la salud humana, ya que, al cuidar el Sistema de Gestión de la Inocuidad dentro de una empresa, se evita que los alimentos que se produzcan estén contaminados o sean dañinos para el consumo, ya que a escala mundial se estima que cada año hay 600 millones de casos de enfermedades transmitidas por alimentos y 420 mil personas mueren por comer alimentos contaminados.

Lo anterior cobra mayor relevancia, puesto que la inocuidad alimentaria no solo se trata de realizarle pruebas a los productos en laboratorios, sino que también es esencial que se certifique el Sistema de Gestión de la Inocuidad para garantizar que se siguen los procesos adecuados, que el personal que labora en las empresas está capacitado y mantiene las políticas de calidad e inocuidad conforme a los estándares internacionales.

Incluso algunas empresas realizan auditorías como Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP, por sus siglas en inglés) o de Global Markets para cumplir los requisitos mínimos en temas de inocuidad para asegurarse que sus productos sean más confiables en el mercado.

En el mundo existen varias leyes y normas para garantizar la inocuidad de los alimentos y unas de las más relevantes son ISO 22000 y FSSC 22000, que son aplicables a cualquier compañía involucrada en la cadena alimentaria, es decir, puede ser desde la granja hasta la productora de envases y empaque. Ambas certificaciones tienen una validez de tres años, pero deben realizarse auditorías de mantenimiento anualmente para darle continuidad y verificación al Sistema de Gestión.

La certificación FSSC 22000 fue reconocida por la Iniciativa Mundial de Seguridad Alimentaria (GFSI, por sus siglas en inglés), como una referencia para garantizar la seguridad de los alimentos y así, se convirtió en una ventaja competitiva para las empresas que la obtienen porque tiene validez mundial.

De esta forma, cumplir con las certificaciones de inocuidad alimentaria no solo tiene beneficios para la salud humana, sino que también contribuye a fortalecer la economía nacional e internacional, la agricultura, el acceso a los mercados e incluso el desarrollo sostenible en el planeta; por lo que podemos destacar algunas ventajas que obtienen las empresas que voluntariamente se certifican en estos estándares:

  • Brindan mayor confianza hacia sus socios comerciales y consumidores: Al cumplir con las certificaciones demuestran que mantienen su Sistema de Gestión de Inocuidad de manera adecuada y cumplen con los requisitos locales; lo que se ve reflejado en una ventaja competitiva ante las grandes compañías de alimentos y así pueden convertirse en proveedores no solo en el ámbito nacional, sino internacional.

Si se analiza el rol estratégico que tiene la industria alimentaria en México, obtener estas certificaciones se vuelve una de las claras ventajas que pueden tener los productores nacionales, ya que el valor del producto interno bruto (PIB) en el tercer trimestre de 2022 derivado de este sector fue de 5.51 billones de pesos y empleó a más de dos millones de personas. Por lo que resulta trascendental establecer mayores estándares de inocuidad y cumplir con ellos para tener una mayor participación en este mercado.

  • Crecimiento en el mercado nacional: Pese a las tensiones globales posteriores a la pandemia, México se ha mantenido como uno de los principales productores de alimentos a escala mundial, ya que en 2022 el país generó 297.6 millones de toneladas de alimentos y para 2023 se estima un crecimiento de 1.2 por ciento, lo que representaría una producción superior a las 301 millones de toneladas.

Lo anterior, refleja el tamaño del mercado nacional en el que las empresas que pertenecen a la cadena alimentaria pueden fortalecerse y generar mayores ingresos, esto a partir de contar con las certificaciones en su Sistema de Gestión de Inocuidad, ya que se ha demostrado que contar con una certificación acreditada puede incrementar hasta un 25 por ciento la probabilidad de innovar en las pequeñas y medianas empresas y un 15 por ciento para empresas grandes.

  • Acceso a mercados internacionales: “Estas certificaciones, al contar con validez internacional, facilitan a las empresas el acceso a transacciones económicas más grandes, llegar a más países e incrementar sus ganancias. Tan solo México cuenta con una red de 12 tratados de libre comercio con 46 países que benefician a las compañías para tener presencia en otras regiones del mundo, lo cual representa un gran impacto ya que hay una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas que exportan y si obtienen certificaciones como FSSC 22000 o ISO 22000 se evitarían las evaluaciones que cambian considerablemente de un país a otro, lo que normalmente requiere una inversión en asesorías, procesos y retrasa el comercio”, resalta Israel Millán.

Fotografía: TÜV Rheinland de México

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