Agroindustria

La botella de Speyer: el vino más antiguo del mundo

Aunque fue analizada por un químico durante la Primera Guerra Mundial, la botella nunca se abrió

Los historiadores contemporáneos llevan años debatiendo si deberían abrir o no la botella de vino de Speyer, considerada la botella de vino más antigua del mundo. El Museo Histórico del Palatinado de Speyer (Alemania) alberga desde hace más de un siglo esta legendaria botella de mil 650 años de antigüedad, sellada con cera y que contiene un líquido blanco.

Aunque la evidencia más antigua de producción de vino, hallada en Armenia, data aproximadamente del 4100 a. C., podría afirmarse que la tradición occidental de producir y beber vino muy probablemente nació en el territorio de la Grecia clásica, cuando la gente lo bebía en el desayuno. Alguien que no bebiera vino en la antigua Grecia era considerado un bárbaro. No en vano, los griegos rendían culto a Dionisos como dios del vino y la alegría.

Los romanos adoptaron su amor por el vino de los griegos, extendiendo su producción y consumo por todo su vasto imperio. Muchos siglos más tarde, la producción y el consumo de vino aumentarían exponencialmente en muchas regiones del mundo, floreciendo desde el siglo XV en adelante como parte de la expansión europea.

El periodo comprendido aproximadamente entre los años 1810 y 1875 ha sido denominado “edad dorada del vino” por los modernos historiadores. En el norte de Europa, la revolución industrial y la afluencia de riquezas desde los florecientes imperios europeos de ultramar estaban proporcionando a una creciente clase media recursos suficientes para sus lujos, entre los cuales a menudo se encontraba el vino. Las estructuras legales también estaban cambiando para facilitar el crédito y la inversión, prácticas cada vez más extendidas. De este modo fue más fácil expandir la producción de vino.

Otro cambio clave fue consecuencia del acuerdo de libre comercio firmado entre Francia y el Imperio británico en el año 1861. Este pacto dio pie a un periodo en el que los aranceles aplicados sobre el vino prácticamente desaparecieron, garantizándose así que el aumento de la exportación estimularía la producción no solo de los franceses, sino también de alemanes y españoles, y en menor medida también de los italianos. Fue durante este periodo (1867) cuando una sorprendente botella de vino fue descubierta en Alemania. Un noble romano fue enterrado con una botella de vino producido en la zona en torno al 350 d. C. Cuando su tumba fue descubierta cerca de la ciudad de Speyer (Alemania), los investigadores quedaron asombrados al comprobar que aún quedaba líquido dentro de la botella.

No es ningún secreto que cuanto más viejo es un vino, mejor es su sabor. En este caso, sin embargo, la botella de Speyer es tan vieja que muchos expertos dudan que este vino aún se pueda beber. Habitualmente considerado como el líquido más antiguo conocido recuperado en un yacimiento arqueológico, la botella ha sido datada entre los años 325 d. C. y 350 d. C.

Aunque fue analizada por un químico durante la Primera Guerra Mundial, la botella nunca se abrió. Un sello de cera aplicada en caliente y un chorro de aceite de oliva han mantenido a raya al líquido blanco presente en el vino a lo largo de los mil 650 años que han pasado desde que fue elaborado. La botella de Speyer lleva más de un siglo expuesta en el Museo Histórico del Palatinado de Speyer, y aunque se trata de una pieza sumamente interesante, hasta ahora ningún equipo de investigadores se ha atrevido a abrirla.

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