Agroindustria

Semillas certificadas, origen de competitividad

Blindaje ante la biopiratería

Además de los beneficios que aporta a los productores primarios el uso de semilla certificada, con la regulación en el uso y aprovechamiento de los recursos genéticos y la utilización de semillas de alta calidad es posible prevenir casos de biopiratería.

“Estos recursos son una fuente de diversidad genética del país y necesitamos preservarla. Nos interesa proteger el patrimonio genético y fortalecer el acceso a una distribución justa para los productores. Además, se evita el saqueo mediante el cumplimiento de regímenes especiales en especies originarias”, apuntó la directora general del SNICS.

Abundó que a fin de evitar la apropiación ilegítima de variedades vegetales se creó el Catálogo Nacional de Variedades Vegetales –fundamentado en la Ley de Semillas─ que comprende más de 260 variantes de cultivos como tuna, nopal, xoconostle, chayote, aguacate, agaváceas, tomate, nochebuena, tejocote y azucenas, entre otros.

En este sentido, recordó que el primer caso documentado en México sobre un intento por parte de un país extranjero de obtener los derechos sobre una variedad vegetal producida en nuestro país tuvo lugar en la década de 1990, cuando una empresa estadounidense intentó patentar no un cultivo sino el color amarillo de una variedad de frijol.

En México se han consumido y producido frijoles azufrados (amarillos) prácticamente desde principios del siglo pasado, particularmente en el noroeste del país. Sin embargo, en 1999 productores de frijol amarillo en México fueron demandados ─al tiempo que se les exigían regalías─, por una empresa estadounidense que había patentado ese color de la leguminosa, argumentando que los agricultores mexicanos violaban dicha patente al producir y exportar frijoles amarillos.

“Las autoridades mexicanas pidieron la revocación de la patente ante las instancias correspondientes en Estados Unidos, con el argumento de que el color amarillo del frijol no era ninguna novedad, hecho que se pudo respaldar con el Registro Nacional de Variedades del SNICS, donde constaba que había variedades de frijol amarillo registradas desde 1963, que habían sido validadas por el INIFAP (Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias).

“Finalmente se revocó la patente, pero esa situación nos hizo tomar conciencia, tanto a productores como autoridades, de la importancia de registrar cada variedad vegetal con la que cuenta México, así como reconocer la protección que hacen los agricultores de sus semillas”, destacó la directora general del SNICS.

En este sentido, Enriqueta Molina enfatizó que el organismo a su cargo ha trabajado mucho con los agricultores para concienciarlos sobre los beneficios que aporta trabajar con semilla certificada, cuyos avances son evaluados desde la siembra hasta la cosecha, tanto en campo como en laboratorio.

Cabe señalar que los productores pueden saber qué semilla ha sido certificada mediante una etiqueta azul presente en los envases que las contienen. “El etiquetado azul los agricultores los ubican muy bien, ellos saben que con éste va la garantía del SNICS. Lo más importante de la etiqueta es que la información que contiene coincida con lo que ofrece el distribuidor y por tanto, con lo que nosotros hemos avalado”, apuntó la especialista.

Protección del maíz

En el caso de las semillas de maíz ─del que México es uno de los países centro de origen─ la ingeniera Molina Macías explicó que, debido a la gran diversidad de variedades de este cultivo, el SNICS trabaja en programas de conservación in situ, apoyándose en los productores como custodios del maíz, a quienes se les brinda asistencia técnica para la creación de bancos comunitarios en los que se conserven los maíces nativos, cuyas variedades son 52, aproximadamente.

Asimismo, como una estrategia ante catástrofes ambientales, se llevan a cabo acciones de conservación ex situ, mediante el establecimiento de bancos de germoplasma, jardines botánicos o ferias de semillas, para aumentar la diversidad y con ello, contribuir a enriquecer el patrimonio genético del país.

“En maíz estamos haciendo todo un trabajo de caracterización, no sólo morfológica sino molecular, se está desarrollando la huella genética de todas las razas como parte de un proyecto que lleva ya tres años y del que próximamente publicaremos los resultados, con la finalidad de vincularlos a una huella genética que dará a México una mayor protección de sus variedades vegetales.

“Por supuesto, esto va acompañado de una serie de estrategias jurídicas para permitir el intercambio de germoplasma, ya que finalmente México también se beneficia de los recursos genéticos de otros países, aunque dicho intercambio se hará bajo condiciones muy claras, para que los beneficios se compartan entre los centros de origen de todas las variedades de maíz”, abundó Molina Macías.

Respecto de los productores certificados para exportación de semilla, mencionó que aún son pocos los productores, pero hay algunos que ya han enviado semillas a Europa y Egipto de especies como algodón, cultivo de gran valor comercial, por lo que se prevé que las exportaciones de semillas certificadas redunden en un mayor desarrollo rural y beneficio de los productores.

Para incrementar la producción y exportación nacional de semillas, la directora general del SNICS señaló la necesidad de fortalecer las capacidades del país en materia de investigación y en desarrollo de programas de mejoramiento de variedades.

“México no sólo es rico en biodiversidad sino en su capacidad de investigación; nuestro país es centro de origen de 30 mil especies; si hablamos de especies ya utilizadas a nivel comercial tenemos más de 100 pero quedan muchas por explotar, mucho potencial en especies como amaranto, romerito, verdolaga, quelites, en frutales, de ahí la importancia de ampliar la investigación para reforzar la capacidad productiva y de conservación de nuestra diversidad”, concluyó.

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