Análisis

Agricultura urbana y periurbana: fuente complementaria de alimentos

Impactos económicos

Cultivar nuestro propio alimento ahorra gastos de comida en el hogar; la gente de bajos ingresos, en los países pobres, generalmente gasta una parte sustancial de sus ingresos (50-70%) en alimentos. Por lo tanto, cultivar los vegetales relativamente caros ahorra dinero así como otros subsidios y costos no considerados directos en la producción agrícola; en consecuencia, vender la producción —fresca o procesada— genera efectivo.

Las especies hortícolas tienen un rendimiento potencial que puede dar hasta 50 kilogramos de productos frescos por metro cuadrado al año, según la tecnología aplicada. Además, debido a su breve ciclo, permiten responder rápidamente a las urgentes necesidades de alimentos (diversas especies pueden recogerse de 60 a 90 días después de sembradas).

Las hortalizas de hoja proporcionan ganancias rápidas para cubrir las necesidades diarias de efectivo de la familia, a fin de comprar alimentos. Dado que son productos rápidamente perecederos, las pérdidas poscosecha pueden reducirse considerablemente cuando la producción está emplazada cerca del lugar de consumo.

Los productores urbanos pueden lograr una eficiencia real empleando, con fines productivos, recursos insuficientemente utilizados, como terrenos baldíos, aguas residuales tratadas, desechos reciclados y mano de obra desempleada. La productividad puede ser hasta 15 veces superior a la producción agrícola tradicional, aunque los rendimientos a menudo se ven afectados debido al uso de insumos de baja calidad o en cantidades insuficientes; la utilización de variedades deficientemente adaptadas; una ordenación insatisfactoria del agua y la falta de conocimientos agrícolas.

En este sentido, una adecuada capacitación que ofrezca una visión adaptada al desenvolvimiento eficiente de la AUP es un factor clave para esta alternativa alimentaria.

Los agricultores urbanos suelen utilizar técnicas de elaboración y almacenamiento que requieren pocos insumos. Se estima que más de 90 por ciento de los hogares dedicados a la agricultura urbana conservan y almacenan también parte de su producción.

Sin embargo, en el caso de las ventas a mercados locales, las cantidades que pueden producirse y entregarse sin una infraestructura de transporte, distribución y comercialización, tienen límites. En este sentido, cierto apoyo en forma de microcrédito para almacenamiento y refrigeración podría aumentar considerablemente los ingresos de los agricultores urbanos y mejorar la inocuidad de los alimentos que expenden los vendedores callejeros.

Además de los beneficios económicos para los productores agrícolas urbanos, la agricultura urbana estimula el desarrollo de microempresas relacionadas, la producción de insumos agrícolas necesarios y sus correspondientes procesamientos, empaques y comercialización.

La transformación de alimentos se puede llevar a cabo en los hogares, para venderse a la puerta de éstos o en mercados locales, y en grandes cantidades comercializarse en supermercados.

Por lo anterior, la AUP debe ser vista bajo una nueva óptica económica por parte de las autoridades locales y las organizaciones sectoriales, quienes jugarán un papel crucial en el fortalecimiento de los diversos tipos de empresas en gremios o cadenas.

Contribuciones a la ecología urbana

La agricultura urbana es parte del sistema ecológico urbano y puede jugar un importante rol en el sistema de administración ambiental urbano. En principio, una ciudad que crece producirá cada vez más desechos orgánicos y aguas residuales. Para la mayor parte de las ciudades, las aguas negras se han convertido en un serio problema. A su vez, el principal peligro de la utilización de aguas residuales es la contaminación de los alimentos con microorganismos patógenos y la aparición de enfermedades transmitidas por el agua.

Los agricultores pueden utilizar aguas residuales para irrigar sus cultivos cuando no cuentan con acceso a otras fuentes de agua debido a su elevado precio. La utilización de residuales de agua aún no tratados tiene la ventaja adicional de contener muchos nutrientes, lamentablemente no siempre en la proporción que requieren los suelos y los cultivos.

Sin embargo, sin una adecuada guía, el uso de aguas residuales puede conducir a problemas ambientales y de salud. Por ello, los agricultores deben capacitarse en autoprotección para el manejo de las aguas residuales, para la selección de los cultivos adecuados y métodos de irrigación, entre otros temas.

Las iniciativas públicas y privadas adquieren cada vez mayor experiencia al involucrar a empresas privadas y organizaciones civiles en el desarrollo y manejo de plantas municipales de tratamiento de aguas residuales. No obstante, en muchos municipios la capacidad de tratamiento está muy por debajo de los requerimientos que se plantean; este hecho debe preocupar a las autoridades responsables de atender, en forma óptima, esta situación que requiere de un proceso de participación, de análisis de planeación y de implementación integral para un nuevo desarrollo en las grandes ciudades.

La agricultura urbana puede ayudar a resolver dichos problemas transformando las aguas de desecho en una fuente productiva; las aguas recicladas y tratadas constituyen la fuente más viable para la agricultura urbana y periurbana. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que los efluentes de aguas residuales de origen doméstico, sometidos a un tratamiento adecuado con miras a su reutilización agrícola, podrían aportar todo el nitrógeno y gran parte del fósforo y el potasio normalmente necesarios para la producción agrícola.

No obstante, los sistemas de producción agrícola en zonas urbanas y periurbanas pueden plantear riesgos a la salud y el medio ambiente. Estos riesgos son resultado de un uso inadecuado o excesivo de insumos agrícolas (plaguicidas, nitrógeno, materia orgánica sin tratar que contenga residuos nocivos), que pueden llegar por lixiviación o escorrentía a fuentes de agua potable; contaminación microbiana del suelo y el agua y contaminación atmosférica.
En muchas ciudades, iniciativas locales podrían incentivar recoger los desechos de los hogares y residuos orgánicos de los mercados y agroindustrias para posteriormente producir composta o alimento para animales.

Sin embargo, es indispensable una buena capacitación para que los desechos se conviertan en una productiva composta, y quienes así la produzcan contarían con una buena fuente de ingresos al venderla como insumo dentro del campo de la agricultura urbana.

Por ejemplo, en Tanzania la composta —aplicada en la agricultura urbana— ha permitido a los productores utilizar menos fertilizantes químicos al tiempo que evita los problemas relativos a la contaminación de los mantos acuíferos. Adicionalmente, la fabricación de la composta ha creado empleos y genera ingresos para los habitantes de escasos recursos.

Y si a esta actividad se incorporan tecnologías tales como la hidroponía, la organoponía y sistemas de riego por goteo, se reducen sustancialmente las necesidades de agua y los riesgos de salud, brindando interesantes posibilidades para el entorno urbano.

En las grandes ciudades existen terrenos utilizados como tiraderos informales de desechos que se convierten en espacios delictivos y focos infecciosos. En este sentido, la agricultura urbana ofrece impactos positivos en el reverdecimiento y la limpieza de la ciudad al convertir espacios abiertos, hoy descuidados, en campos cultivables que permiten vistas agradables y panorámicas dentro de las urbes. Estas zonas verdes también contribuyen al equilibrio del microclima, mediante la absorción del dióxido de carbono (CO2), por ejemplo.

En países como México, la agricultura urbana puede formar parte de la estrategia para reducir la pobreza y promover la integración social. Sin embargo, como punto de partida la orientación de la agricultura urbana y periurbana debe, ante todo, considerar su aportación a la seguridad alimenticia y a la generación de fuentes de trabajo para segmentos de población sin posibilidad de movilidad laboral, contribuyendo, al mismo tiempo, al reverdecimiento de la ciudad y al reuso productivo de los desechos urbanos.

* Maestría en periodismo, Universidad Anáhuac del Sur.
Correo electrónico: lve1@prodigy.net.mx

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