Análisis

Redes y organizaciones sociales, obligadas al reconocimiento formal de la emergencia climática

  • Desde hace décadas, esta perturbación climática ha sido percibida por la parte más sensible de la sociedad en los asuntos ecológicos o ambientales

Miguel Valencia

En la actualidad, una buena parte de la población mundial —al menos la mitad— se ha dado cuenta de la creciente alteración del clima en el territorio donde reside. Ha visto en los medios cómo en los últimos años se han multiplicado en el mundo los eventos climáticos extremos o nunca vistos: incendios forestales, olas de calor, sequías, inundaciones, tormentas, huracanes, tornados, nevadas, temperaturas superiores a 50 grados, por muchas horas, en muy distintos lugares del mundo.

También, ha observado la alteración creciente de las estaciones del año.

Desde hace décadas, esta perturbación climática ha sido percibida por la parte más sensible de la sociedad en los asuntos ecológicos o ambientales: las comunidades indígenas, los campesinos, los artistas, los naturalistas o amantes de la naturaleza, los ecologistas y los meteorólogos y estudiosos del clima.

La mayor parte de sus integrantes está angustiada o muy preocupada por los asuntos del clima y se ha movilizado para exigir medidas extraordinarias globales para enfrentar esta calamidad mundial y por supuesto, el reconocimiento formal de la emergencia climática, por parte de los gobiernos, las legislaturas y los jueces y magistrados. Además, por muchos años han propuesto cambios profundos en los modos de vida de los países “desarrollados” o poderosos.

Por otro lado, desde 2018 los científicos que se ocupan del clima, muy especialmente los que suscriben los informes de los grupos 1 y 2 del Panel Intergubernamental de Expertos en el Cambio Climático de las Naciones Unidas (Intergovernmental Panel on Climate Change [IPCC]), nos han advertido que se acelera el desquiciamiento del clima y que este rápido aumento de la temperatura podría tener pronto terribles consecuencias en el cultivo de alimentos, la alimentación (hambrunas), la salud (epidemias, nuevas enfermedades), el arraigo (migraciones masivas), la seguridad personal (gran violencia de todo tipo), la economía popular (recesión, desempleo, inflación, carestía), el gobierno (represiones, leyes y decretos inhumanos, antidemocráticos, autoritarismo, dictaduras), las relaciones internacionales (guerras regionales o mundiales multidimensionales).

Y estos científicos nos dicen que urge tomar acciones globales, nacionales y regionales, para evitar que se acelere aún más el aumento de la temperatura: hay que mitigar este fenómeno a la brevedad posible, con acciones sin precedente, nunca vistas en el mundo, con el propósito de reducir la mortalidad, la morbilidad y los daños a los cultivos, forestación, viviendas e infraestructuras que se podrían desprender del aumento de la temperatura promedio sobre la superficie de la Tierra, en los próximos años.

Los científicos del clima han fijado ya plazos perentorios: antes de 2030, reducir a la mitad el consumo de gas, carbón y petróleo de los países del norte global, los principales responsables del colapso del clima.

Ante estas movilizaciones sociales y las advertencias globales de la ciencia climática, las redes y organizaciones sociales nacionales e internacionales deberían reconocer formalmente la existencia de la emergencia climática, para adecuar a esta nueva situación sus principios, sus propósitos, sus objetivos, sus estrategias y tácticas, y por supuesto, sus acciones.

En las redes y organizaciones sociales es obligado hoy día el reconocimiento formal de la emergencia climática.

* ECOMUNIDADES Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México

Fotografía: ECOMUNIDADES

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