Análisis

Sonora: radiografía de un desastre que apenas comienza por la sequía y los incendios

  • Más de 20 000 hectáreas están quemadas, más de 15 ranchos arrasados, cientos de familias perdieron su fuente de ingresos y se reportan daños ecológicos y económicos incalculables

Mariana Chávez Rodríguez/Rocxana León/Alfonso León/Martín Padrés*

“Si el helicóptero hubiera llegado cuando lo solicitamos, el 12 de junio, la mayoría de las hectáreas arrasadas por el incendio se hubiera podido salvar. Llegó hasta el 16 junio, pues las autoridades decían que era muy caro pagarlo”, afirma Jesús Alfonso León, uno de los ganaderos afectados por los incendios forestales y quien se incorporó a las brigadas civiles para apagar el fuego.

“Estábamos al pie de la sierra, en la noche, y las llamas se levantaban de 20, 30 a 40 metros. Era una bola de lumbre, eso es incontrolable, y necesitas helicópteros y maquinaria. El gobierno no ofreció máquinas, las rentamos”, agrega Fernando Bustamante, ganadero afectado y brigadista civil.

El pasado 7 de junio, ganaderos de los municipios de Magdalena, Cucurpe e Ímuris, en la sierra de Sonora, comenzaron a vivir un infierno, cuando un pequeño incendio se propagó sin control.

“Todavía no sabemos qué pudo haberlo ocasionado, pues no hemos podido ingresar al lugar donde inició”, comenta Rocxana León, ganadera afectada.

Habitantes de la zona aseguran que nunca, en más de 90 años, habían visto un incendio de tal magnitud. “Se llegaban a prender 1000 o 2000 hectáreas, ¡pero 20 000 nunca!”, indica Tadeo Padrés, otro ganadero afectado y brigadista civil.

Las temperaturas de cerca de los 40 °C, sumadas a la fuerte sequía que este año azotaba al estado, convirtieron a los bosques y pastizales (estos últimos básicos para la producción de ganado) en pólvora ideal para la expansión incontrolable del fuego que arrasó con todo a su paso.

La fauna de la sierra comenzó a bajar hasta la carretera huyendo del fuego. Habitantes captaron en sus cámaras el arribo de venados, conejos, osos, zorrillos, gatos monteses y jabalíes cerca de las carreteras.

El ganado también comenzó a huir de las llamas que no daban tregua, muchas vacas no lo lograron. Se estima una pérdida importante de cabezas de ganado.

“La mayoría no hemos logrado entrar todavía a nuestros terrenos, pero las pérdidas pueden ser muy grandes, pues el precio de cada cabeza de ganado fluctúa entre los 12 000 y 50 000 pesos”, indica Rocxana.

Sociedad organizada y muy desgastada

El aislamiento de la zona, así como el interés de los habitantes por apagar el incendio a la brevedad y la confianza en que las autoridades los apoyarían, retrasó el llamado de auxilio, que finalmente encontró en las redes sociales el canal para lograr dar visibilidad al desastre y presionar a las autoridades para que atendieran la emergencia.

Mientras tanto, armados con palas, picos y con sus propios vehículos y recursos, los habitantes luchaban día y noche para apagar el fuego, guiados por brigadistas especializados en apagar incendios que llegaron, algunos con equipo insuficiente. “No traen máscaras y no traen lentes para el humo… no traen equipo, la verdad andan a la buena de Dios”, narra conmovido Tadeo Padrés, ganadero afectado y brigadista civil.

“Mis respetos para los brigadistas, un excelente servicio, un trabajo incansable, mujeres que andan con ellos, tirados de cansados y se portaron muy bien, no nos abandonaron, y nos guiaron.”

Algunos ganaderos, con sus propios recursos, consiguieron rentar bulldozers para hacer zanjas de manera mucho más veloz. Con un costo de renta aproximado de 3000 pesos por hora más 1200 del operador y con jornadas de 15 horas diarias, los productores y ganaderos tuvieron que poner de su propia bolsa al menos 63 000 pesos diarios, por varios días.

También fue necesario tomar agua de presas privadas, misma que, en un contexto de sequía, era la reserva para el consumo humano y del ganado.

Finalmente, el día 15 de junio, un pequeño grupo de ganaderos, rancheros, productores y pobladores logró ser recibido por los presidentes municipales de Magdalena (Omar Ortez Guerrero), de Cucurpe (Manuel Francisco Villa Paredes) y de Ímuris (Jesús Leonardo García Acevedo), quienes les informaron que ya habían enviado los oficios correspondientes para pedir apoyo al gobierno estatal y federal, pero que no habían recibido respuesta.

Consulta el reporte completo en nuestra edición julio-agosto 2023 de 2000Agro

* Ganaderos y brigadistas afectados

Fotografía: Mariana Chávez Rodríguez/Rocxana León/Alfonso León/Martín Padrés

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