Financiamiento

Defectos y efectos de los subsidios al campo mexicano

Por: MC Carlos Mallén Rivera*
Foto: 2000 Agro

La opinión pública presupone que el aumento de los subsidios es una condición sine qua non para incrementar la producción agrícola y el bienestar de los mexicanos

colabo02La agricultura mexicana, acorralada por sus problemas y retos, ve en los subsidios su salvación. Prevalece la idea que esta actividad primaria no es apoyada de la misma manera que en países desarrollados, asumiéndolo como una desventaja para competir internacionalmente. La opinión pública presupone que el aumento de los subsidios es una condición sine qua non para incrementar la producción agrícola y el bienestar de los mexicanos.
Por lo anterior, es necesario conocer los montos de los subsidios agrícolas en México, además de analizar su eficiencia desde el punto de vista del bienestar social.

En su artículo “Los subsidios agrícolas de México”, Adrián González Estrada y Manuel Alejandro Orrantia Bustos, investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), analizaron el comportamiento temporal del monto total de los subsidios a la agricultura mexicana durante el periodo 1986-2003, comparándolos con sus principales socios comerciales, para evaluar las tesis que sustentan el abandono del campo por el Estado mexicano, la falta de protección a la agricultura y la insuficiencia de los subsidios.
Los resultados llaman a la reflexión ya que en contra de la creencia de la mayoría de los economistas de México, con el cálculo del porcentaje del valor de la producción que corresponde a subsidios, se concluyó que los subsidios son similares en términos relativos, que los de Estados Unidos y Canadá. Asimismo, recomiendan que en lugar de su aumento, se debiera invertir más en los servicios de apoyo necesarios para impulsar la productividad. La hipótesis general es que de 1995 a 2003 los subsidios dirigidos al campo no han disminuido, por el contrario, su importancia relativa en la producción agrícola ha crecido, no obstante que el monto total medio de los mismos durante ese periodo es inferior al monto total medio durante 1989-1994. Así también se postula que los principales socios comerciales de México también difieren de él en cuanto a estructura y orientación de los subsidios.

Transferencias y subsidios

El porcentaje de las transferencias a la agricultura es varias veces mayor en EU que en México, donde aunada a la insuficiencia de recursos destinados al campo, se observa una asignación muy ineficiente

Cuando una transferencia sufraga los gastos corrientes de producción de las empresas será considerada como subsidio, lo mismo que si se destina a programas de inversión privada. También lo son los abonos directos que proporciona el Estado, así como los aranceles y cuotas proteccionistas, estas últimas son subsidios otorgados vía precios.
Los subsidios se dividen en dos clases: transferencias directas a través del gasto gubernamental y vía precios. De acuerdo con lo anterior, los subsidios son sólo una parte de las transferencias del gobierno; la otra parte la constituyen los servicios de apoyo, como la investigación, la difusión, la capacitación, etcétera.
Así, con el fin de medir los subsidios a la agricultura, se deben de cuantificar las transferencias de ingreso vía gasto del gobierno y de ingreso vía precios, cuya suma se conoce como transferencia bruta de ingresos. El equivalente de subsidio al productor incluye tanto los traspasos de ingresos a través de los gastos presupuestales o fiscales, así como a través de los precios internos. El equivalente de subsidio al productor (ESP) es la transferencia neta de ingresos de una política determinada, como proporción de los ingresos brutos totales de los agricultores a precios privados.

Contrariamente a la idea predominante, el campo mexicano ha recibido cuantiosos apoyos durante los últimos sexenios. Estudios sobre la política fiscal concluyen que el sector agropecuario en México se beneficia de considerables exenciones fiscales y cuantiosas transferencias por parte del Estado, las cuales en promedio anual, han representado 87.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de la agricultura durante el periodo 1999-2002.
Las transferencias consideradas como subsidio fueron todas aquellas directas de ingreso, como los pagos basados en la superficie, las de Procampo y Alianza, las basadas en los montos producidos (Aserca y PACE), los pagos por el uso de insumos (diesel), por concepto de ingreso global y los soportes a los precios internos. Los subsidios entre 1986 y 2002, sólo disminuyeron en los años de recesión y devaluación (1988 y 1995). Sin embargo, el monto total medio de 1995 a 2003 fue inferior al monto durante 1989–1994. Esto indica que la liberalización comercial posterior a 1994 estuvo acompañada de una disminución de los subsidios (Figura 1).

tabla1

Subsidios agrícolas en México 1986–2003
Fuente: González y Orrantia, 2006 con base en la OCDE (2003) y Heston et al, (2006)

El apoyo al precio de mercado era negativo de 1986 a 1988. El precio pagado a los agricultores en el país era menor que el que se pagaba en frontera, debido a los precios fijados por la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), supuestamente como política de apoyo a los agricultores marginados.
El precio base se tomaba para cubrir los costos de los productores y no para apoyar al crecimiento de la productividad. Durante ese periodo los subsidios se destinaron para el apoyo a la compra de insumos. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), “los principales objetivos de la reforma de la política agrícola iniciada por el gobierno de México en 1988 eran incrementar la eficiencia en el uso de los recursos, liberar las importaciones de aranceles y cuotas proteccionistas y limitar los incrementos de precios, con el supuesto fin de mejorar el bienestar de la población rural.
Se creó también un sistema de pagos directos a los agricultores a través de Procampo. A partir de 1991 el panorama cambió radicalmente, al dirigir los subsidios hacia el soporte de precios. Lo pagado a los productores nacionales era mayor al precio internacional. Como es lógico, la cantidad producida aumentó durante ese periodo. Otros apoyos importantes fueron Procampo y Alianza para el Campo.

Por otro lado, siempre se ha denunciado la doble moral de los países desarrollados, quienes por un lado pugnan por la liberalización del comercio exterior, y por otro, aumentan los subsidios a sus agricultores para protegerlos. Como se observa en la Figura 2, los subsidios en Estados Unidos aumentaron a raíz de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), efectuada en 1994.

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Subsidios agrícolas en EU
Fuente: González y Orrantia, 2006 con base en la OCDE (2003)

Una diferencia notable entre México y su vecino del norte, durante 1986-1988, es que mientras en el primero no se apoyó al precio de mercado, en el segundo fue considerable. Entre 2000-2002 aumentaron los apoyos a la comercialización y a las transferencias basadas en la propiedad de la tierra. El apoyo al precio de mercado es el apartado más subsidiado en las dos naciones.
La manera en que México orienta las transferencias totales a la agricultura es muy diferente en comparación con la de sus principales socios comerciales. Verbigracia, en 2002 el país mantuvo más de 90 por ciento de sus transferencias en forma de subsidios, mientras que en Estados Unidos sólo 48 por ciento eran subsidios. El porcentaje de las transferencias a la agricultura, que corresponde a los servicios de apoyo (investigación, capacitación, difusión, etc.), es varias veces mayor en Estados Unidos que en México donde aunada a la insuficiencia de recursos destinados al campo, se observa una asignación muy ineficiente.

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