Nivel de saciedad que produce leche entera ayuda a controlar mejor los horarios de comida
Un estudio publicado en la revista científica American Journal of Clinical Nutrition revela que los niños que consumen leche entera, es decir, aquella que conserva el contenido original de grasa (3.5 por ciento), en comparación con los que consumen leche descremada o baja en grasa (1 a 2 por ciento), registran un índice de masa corporal en 0.72 unidades menor. Esto puede representar algunos kilos de peso menos.
Al parecer este beneficio se da por el nivel de saciedad que genera la grasa de la leche entera en el niño con relación a la leche descremada, al sentirse más satisfecho controla mejor los horarios de alimentación, así como el estímulo de comer y dejar de comer disminuyendo la ingesta de más alimento con mayor contenido de calorías.
Lo anterior es comparable con el efecto de la leche materna en relación con el control de la ingesta, esta es más grasosa hacia el final de la lactada de manera que aparecen los signos de saciedad en el infante dando fin a esa lactada. Este es un mecanismo de autorregulación de lo consumido.
Por otro lado, si bien la leche descremada o baja en grasas aporta menos calorías, al generar menos saciedad predispone al niño, sobre todo si manifiesta ansiedad por comer, a recibir más de otro alimento que si bien puede ser nutritivo, suele superar ampliamente la diferencia de calorías entre la leche descremada y la entera.
Un vaso de leche entera aporta 150 calorías, mientras que uno de leche semidescremada aporta 115 calorías, y otro con leche descremada aporta 80 calorías.
Las 35 a 70 calorías que se ahorran con las versiones descremadas pueden ser superadas fácilmente con antojos que pida el niño para cubrir el apetito.
Un paquete de galleta de soda puede aportar 130 calorías y una golosina de chocolate puede aportar hasta 185 calorías.
