Tecnología

Innovación frente a la sequía

La FAO estima que serían necesarias 120 millones de hectáreas adicionales de cultivo para la producción de cereales

innovacion-sequiaRoma.─ Aunque el cultivo de productos agrícolas disminuye cada año, no es probable que se llegue a la escasez a escala mundial. Sin embargo, el problema se acentúa en países con escaso desarrollo, sobre todo cuando intervienen factores locales que pueden empeorar la situación si los esfuerzos no se dirigen bien.

Estas conclusiones, adelantadas en el informe Agricultura mundial: hacia los años 2015/2030, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se extrajeron atendiendo a las previsiones que auguran un descenso de la desnutrición en zonas subdesarrolladas: 17 por ciento de la población en los años noventa; 11 por ciento, en 2015; y 6 por ciento, en 2030.

La prioridad debería ser la producción local, y también minimizar la desigualdad en el acceso a los alimentos. La FAO estima que en 2013 todavía podría hablarse de 400 millones de personas desnutridas. Actualmente, una de cada cuatro vive en situación de extrema pobreza en estos países.

Las políticas nacionales deberían introducir reformas para que no se limitase la agricultura, con la apertura a inversiones extranjeras a largo plazo, planes de mejora en las plantaciones y optimización de los regadíos y los conocimientos técnicos para garantizar una mayor calidad. El consumo anual de cereales alcanzó su punto máximo en la década de 1980, con 334 kilos per cápita. Desde entonces, ha descendido.

El déficit neto de cereales en países en vías de desarrollo era de 103 millones de toneladas a finales de la década de 1990, y la previsión es que puede llegar a 265 millones para 2030, el 14 por ciento del consumo.

Haciendo números, estas naciones necesitarán 120 millones de hectáreas adicionales para cultivos. El potencial de la tierra es tremendo, ya que diversos estudios sugieren que existen dos mil 800 millones de hectáreas idóneas para la producción, pero sólo una fracción de éstas está realmente disponible para una expansión agrícola. Más de la mitad de la tierra que podría ponerse en cultivo está en siete países tropicales de América del Sur y del África subsahariana.

El regadío es fundamental, y sólo una quinta parte de la superficie de labranza cuenta con agua suficiente. Sin embargo, produce dos quintas partes de todos los cultivos y tres quintas partes de la producción de cereales. Se espera que el conjunto de los países en desarrollo aumente la superficie de regadío ─de 202 millones de hectáreas que había antes del año 2000 a 242 millones en 2030─ en zonas con escasez de agua.

El 80 por ciento de la futura producción procederá de la intensificación: mayor rendimiento, aumento de cultivos múltiples y periodos de barbecho más cortos.

La tecnología jugaría aquí un papel fundamental para mejorar la seguridad alimentaria. Un caso de eficiencia y agricultura intensiva en zonas áridas es Israel, que ha desarrollado en sus cultivos sistemas de irrigación controlados por computadoras y programas de seguimiento remoto en tiempo real. Cada parámetro se monitoriza, llegando a controlar incluso la temperatura idónea de la tierra.

Aspersores de baja presión y control automático, sistemas de riego bajo tierra, sistemas de goteo gravitacional en pequeñas parcelas para evitar el uso de bombas o circuitos cerrados para almacenar el agua son algunos ejemplos de estas innovaciones técnicas. De los más de mil millones de metros cúbicos de agua que se emplean al año en los cultivos, alrededor del 30 por ciento del agua para el riego por goteo de huertas y campos no destinados a la alimentación procede del tratamiento de aguas residuales, mientras que otro 16 por ciento tiene su origen en el agua salada.

La investigación en biotecnología ha dado como resultado la creación de semillas capaces de crecer en condiciones realmente adversas. Los investigadores han puesto en marcha explotaciones agrícolas de productos adaptados a la demanda del mercado. Israel exporta más del 25 por ciento de la producción de flores y vegetales para ornamentación.

La modernización de las técnicas agrícolas es básica y los países en desarrollo deberían apostar por esta vía para resolver situaciones adversas, como la escasez de precipitaciones. La biotecnología puede mitigar el uso de plaguicidas si se logran variedades de cultivos resistentes a insectos dañinos.

Fuente: expansión.com

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