Agroindustria

Buscan reducir piratería de semillas

Guanajuato. Gto.— En México 30 por ciento de la superficie de diversos cultivos se siembra con semilla de dudosa calidad. En básicos esta práctica se extiende sobre 13 millones de hectáreas, señaló Enriqueta Molina Macías, directora del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS).

Hoy en día, la cobertura que se tiene con semilla certificada en cultivos básicos es de 33 a 34 por ciento.

Al presentar el Programa Nacional de Semillas (PNS) —a principios de junio pasado—, el titular de la Sagarpa, Alberto Cárdenas Jiménez, resaltó que éste tiene como meta hacia 2012 impulsar el uso de semillas de calidad en 43 por ciento de la superficie sembrada del país y pretende erradicar el uso de semillas pirata.

El funcionario federal destacó que la semilla es un elemento fundamental, ya que de ella depende el éxito o fracaso del productor, la productividad que pueda alcanzar y el nivel de ingreso.

El PNS contempla una inversión de 14 millones de pesos para la producción de semillas básicas y registradas, en beneficio de más de 35 mil hectáreas; también se invertirán cinco millones de pesos para la producción de semillas certificadas por medio de las organizaciones de productores y unos 50 millones de pesos para la generación, difusión y transferencia de tecnologías.

En entrevista, Enriqueta Molina explicó que la zona centro de México es donde más se presenta este tipo de prácticas. En trigo es común que en época de siembra —finales de año o principios de enero— se reparta grano de mala calidad, sin tratamiento o selección; en frijol también se da y sólo se distinguen por colores.

En el caso del maíz es menor esta proporción, porque generalmente se comercializan híbridos; donde se observa este problema es en cultivos de polinización abierta: arroz, frijol, trigo y avena. Con menor frecuencia, pero también ha habido casos de semillas con etiquetas falsificadas o apócrifas que parecen del SNICS, pero el logo es otro.

Otra parte de semillas de calidad, donde no se tiene una certificación pero el producto está amparado con la garantía de una empresa, se estima en 20 por ciento.

Molina Macías añadió que el resto es comercio si no ilegal, porque cumple con normas de etiquetado, sí desleal, donde pueden ser semillas más baratas aparentemente, pero en la supuesta calidad va el perjuicio para el productor, ya que lleva mayor número de impurezas, paja o piedras y el riesgo de enfermedades.

Otra parte es de autoconsumo, material que el propio productor reserva para volver a utilizar como semilla, que son prácticas tradicionales, que han permitido conservar variedades nativas y materiales criollos.

Producir maíz amarillo

En básicos casi toda la semilla se produce en México, en hortalizas la mayor parte es semilla importada, ya que requiere de tecnología muy especializada.

En maíz la semilla de importación representa 10 por ciento; en sorgo 90 por ciento es importada, anteriormente exportábamos semilla que se producía en Matamoros, Tamaulipas, pero por escasez de agua ahora se produce en Estados Unidos, añadió Enriqueta Macías.

En maíz amarillo hay un déficit, pero se promueven programas específicos de producción de semillas mexicanas para no tener esta dependencia del exterior. Ahí tenemos todo el potencial, porque existen condiciones naturales, de clima, suelo, para la producción idónea de semillas.

En maíz amarillo la idea es producir una parte en la región sur, por lo que se realizan estudios para ubicar las zonas con mayor potencial y rentabilidad; pero depende de la posición del agricultor, ya que hay un aspecto cultural, matizó la directora del SNICS.

En Sinaloa, agregó, hay un programa específico para cambiar maíz blanco por amarillo, porque en esa entidad hay superávit. Pero también tenemos que promoverlo en la zona centro porque el traslado resulta muy caro.

Ventajas de semillas certificadas

Las semillas certificadas tienen la garantía de ser una sola variedad con un alto grado de calidad genética, por lo que queremos difundir entre los agricultores la importancia de usarlas; cuando ellos se convenzan y tengamos más adopción de materiales de calidad, ellos mismos van a demandarlas.

“Lo que necesitamos es promover otra vez la demanda, que el productor se convenza que a final de cuentas le sale más barato la calidad, el sembrar confianza y no problemas; a veces no es tanta la diferencia y nos vamos por lo barato, que sale caro”, consideró la directora del SNICS.

Nuestra meta hacia 2012 —anotó— es dar una señal a los productores de semillas certificadas de que no sólo habrá apoyos federales, sino que esperamos sumar a gobiernos estatales y municipios con programas específicos de semillas.

No queremos —manifestó la funcionaria de la Sagarpa— dar apoyos directos regalando semilla, porque las experiencias han demostrado que una vez que se retira el apoyo el productor no lo adopta, además de que se ha prestado a corrupción de quien vende la autorización o surgen empresas de la nada y revenden semillas, hay muchos problemas de piratería o granos pintados.

Las semillas pirata generalmente son proporcionadas por distribuidores pequeños y volátiles; en épocas de siembra las casas se convierten en expendedoras; esto implica que en la mayoría de los casos no habría elementos de vigilancia suficientes para contrarrestar esta acción ilícita, subrayó Molina Macías. Lo principal es capacitar al agricultor.

Paquete integral

En el mercado de semillas hay una participación importante de privados, 60 por ciento lo abarcan las transnacionales, como Monsanto y Pionner. Hay más de 103 productores de semillas certificadas de maíz, desde pequeños productores hasta asociaciones de agricultores y hay empresas pequeñas y medianas, sobre todo en Guanajuato, Jalisco y Michoacán.
La semilla, en general, representa de 10 a 12 por ciento del costo de producción, pero varía por la zona.

En el caso del maíz, el precio fluctúa de 25 a 35 pesos entre materiales desarrollados por entidades públicas como INIFAP o algunas universidades y las comercializadas por el sector privado. Los materiales más caros son de empresas privadas entre 60 y 70 pesos el kilogramo. Aunque son materiales que dan 12 o 13 toneladas, altamente competitivas y van acompañadas de asistencia técnica.

Enriqueta Molina destacó que aparentemente hay más demanda de semilla certificada y se estima un incremento en los programas de producción para los ciclos otoño-invierno de este año y primavera-verano de 2008. Estimamos un aumento de 30 por ciento en los programas de certificación de maíz.

La semilla por sí sola —aseveró— no da la respuesta a todos los problemas del agricultor, sino que debe ir acompañada por un paquete tecnológico, ser una variedad que se adapta a la zona, incluir fertilizantes adecuados, agua o zona de temporal, suelo.

Durante su presentación Enriqueta Molina hizo un análisis de la situación que priva en el mercado de semillas, donde en la generación de nuevas variedades existe una falta de difusión y transferencia de tecnologías públicas hacia pequeñas y medianas empresas, los costos de semillas de alto registro, baja cultura de utilización y falta de capacidad financiera para la adquisición de semilla, lo que ha reducido la demanda.

Molina Macías resaltó que ha habido un incremento en el número de productores de semillas certificadas, y tan sólo entre 2003 y 2006 se duplicó.

La directora del SNICS explicó que el Programa Nacional de Semillas tiene como meta coadyuvar a la productividad y competitividad agropecuaria, promover la organización y vinculación entre actores relacionados con semillas y tener un abasto suficiente, de calidad y a precios competitivos.

Por su parte la presidenta de la Asociación Mexicana de Semilleros, Olga Cecilia Treviño de la Garza —que aglutina a empresas que representan 80 por ciento del mercado de semillas mejoradas en México—, destacó que más de 85 por ciento de semilla de maíz y 100 por ciento de trigo se producen en nuestro país.

Resaltó que con semilla mejorada se logró aumentar el rendimiento de maíz de 1.7 a 2.7 toneladas en promedio nacional y alcanzar nueve toneladas por hectárea en algunas zonas.

Juan Báez afirmó que el Estado no puede ni debe renunciar a la producción de semillas, porque se abandonaría el cuidado de variedades nativas. Hizo referencia a que el uso y manejo de transgénicos está en la Ley de Bioseguridad, pero en la ley de semillas hay escasas referencias a ellos.

Recuadro —–

La tarea del SNICS

El SNICS es una entidad normativa, reguladora, vigilante del proceso de calificación y certificación de semillas; no produce semillas.

Verifica desde el proceso de polinización de formación del híbrido para garantizar que lo que tiene etiqueta del SNICS es auténtico; es una garantía para el agricultor.

El SNICS realiza operativos de vigilancia en comercios para revisar que tengan características de calidad.
Las sanciones establecidas en la nueva ley de semillas van de 250 a 10 mil días de salario mínimo, pero depende de la gravedad, condición socioeconómica del infractor o si hubo omisión o dolo.

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