Agroindustria

Infestan envases tóxicos campos agrícolas

Una plaga sintética infesta en forma sigilosa y paulatina los campos agrícolas de México. Son 27 millones de envases vacíos de agroquímicos, considerados como residuos peligrosos, que deambulan por suelos, barrancas, cuerpos de agua, se infiltran en mantos freáticos o tienen como destino los basureros municipales.

Estos plásticos tóxicos, de los que nadie se hace responsable, tienen un efecto nocivo sobre el medio ambiente y pueden dañar la salud de trabajadores o habitantes de comunidades cercanas a las parcelas donde se desechan.
El problema es grande si consideramos que 90 por ciento de estos envases carecen de tratamiento adecuado. La Asociación Mexicana de la Industria Fitosanitaria (AMIFAC) –que aglutina a las principales empresas de agroquímicos como Monsanto, Aventis, Dupont, Bayer, Syngenta, Dow Agro Sciecies, FMC y Basf– indica que de las tres mil toneladas (30 millones de envases) que se generan de estos desechos sólo se recolectan 300 mil en sus centros de acopio, aunque proyecta subir a 600 en dos años.

En México, 95 por ciento los agricultores utiliza agroquímicos (insecticidas, fungicidas, herbicidas, acaricidas, nematicidas y rodenticidas) por lo que el desecho de envases vacíos de estas sustancias se extiende por todo el territorio nacional. Los estados que mayor volumen generan son Sinaloa y Sonora, con 400 toneladas y 350 toneladas, respectivamente, le siguen Jalisco y Veracruz, indica el doctor Gabriel Díaz Izeta coordinador del Servicio de Información Toxicológica de la AMIFAC.

Documentos del Programa Nacional Contra los Riesgos por el Uso de Plaguicidas (PNCRUP), donde participan las secretarías de Salud, de Medio Ambiente, de Agricultura y de Comunicaciones y Transportes, indican que “los plaguicidas, sus envases vacíos y/o residuos, poseen propiedades tóxicas, bioacumulables y/o persistentes y pueden constituir un riesgo si se manejan indebidamente a lo largo de su ciclo de vida, dando lugar a su liberación al ambiente y ocasionando exposición peligrosa a los seres humanos, a la flora y fauna que no son el objetivo natural de su acción”.

Sus efectos negativos sobre el ambiente se dan en forma directa “al matar o interferir con los procesos básicos de los seres vivos benéficos, reduciendo la variedad de especies y tamaño de sus poblaciones” y de manera indirecta, “al afectar al ambiente (agua, suelo y aire) del que dependen hongos, insectos, aves, reptiles, mamíferos, etcétera, que conforman los ecosistemas”.

Siendo subsecretario de Fomento y Normatividad Ambiental de la Semarnat, Juan Rafael Elvira Quesada, aseguró que en el caso de los envases de agroquímicos es doble el efecto, ya que muchas veces queda el producto químico adentro y la gente lo vacía y reutiliza o, en el peor de los casos, lo tira al agua, “es como tirar una bala al aire a ver a quién mato”.

La AMIFAC firmó un convenio en 1996 con la Secretaría de Medio Ambiente, el Instituto Nacional de Ecología y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) que derivó en el programa “Conservemos el Campo Limpio”, el cual establece que los envases vacíos de agroquímicos deben someterse a un triple lavado con agua, secarlos y trasladarse al centro de acopio para ser procesados adecuadamente.
Según Díaz Izeta los estudios de laboratorio demuestran que con este procedimiento se elimina más de 99 por ciento del residuo químico.

La AMIFAC tiene 11 centros de acopio que “están funcionando bastante bien” –asegura Izeta–, en entidades como Sinaloa, Querétaro y el Estado de México. En la actualidad el organismo trabaja con la Semarnat para poner en marcha el programa en los cinco estados de la Cuenca Lerma-Chapala y está aventajado en Jalisco, Michoacán y Guanajuato, mientras que en Veracruz está por reactivarse. En el Estado de México, Guanajuato y Jalisco hay dificultades para operarlo.

El problema es que la gente no quiere hacer el triple lavado ni llevar los envases al centro de acopio, reconoce Gabriel Díaz. Piensan que “si así lo he hecho todo el tiempo, pues así lo sigo haciendo” y tiran los envases a la zanja, al barranco o lo queman. El problema, es que “ellos no entienden, difícilmente saben leer. Cuando uno les va a decir los daños al ambiente; no lo entienden”.

–¿Cuáles son estos daños?

–La contaminación visual, que puede estar en barrancos, arroyos, ríos, llanos y parcelas, y la contaminación atmosférica cuando los queman (los envases con residuos de agroquímico) y transforman en partículas más pequeñas, mismas que al no tener la combustión adecuada van a caerle al cultivo del vecino.

–¿Por lo que me dice el problema de los envases de agroquímicos es muy fuerte en cuanto a su disposición final, porque apenas reciclan el 10 por ciento?

–Sí, más o menos. Ahorita estamos muy incipientes.

–¿O sea que 90 por ciento no se recicla y va a dar a los barrancos, a donde caiga?

–Paciencia. Estamos todavía con ese problema. Hacemos bastante esfuerzo, pero ahorita con la autoridad ambiental estamos tratando de atacar el problema en toda la cuenca del Lago de Chapala, eso es lo primordial que tenemos.

Imposible reutilizar envases

Respecto a la posibilidad de que las empresas productoras de agroquímicos reutilicen sus envases vacíos, el coordinador del Servicio de Información Toxicológica de la AMIFAC expresa de manera contundente: “no, no se puede. Es como si el de la Coca-Cola dijera ‘voy a recoger todos los envases y voy a reciclarlos’”.

–¿Por qué no se puede?

–Hay infinidad de productos de muchas marcas. El recoger envases, en primer lugar, transportarlos desde donde los recogen a la planta donde supuestamente pudieran rellenarse, eso es muy costoso. Además, esos envases en qué estado se traerían, algunos con hoyos, defectos en la tapa, en la boquilla, con una etiqueta muy adherida; lavarlos, quitarle la etiqueta y traerlos, sería un costo enorme. Ahora, son diversos productos, unos sumamente sensibles que no soportan una interacción, una contaminación cruzada con otro producto. Un herbicida es para matar hierbas, si lo ponemos con un fertilizantes estamos haciendo una cosa contraria… o se degrada o hace reacción. Los técnicos de la industria dicen que no es posible. Eso no se puede hacer.

–Pero si se lavan tres veces, ¿no dice que queda limpio en 99 por ciento?

–Sí, pero es muy caro. Quién los va a traer de donde están.

–¿No es más alto el costo que tiene sobre el medio ambiente y los seres humanos?

–Es más barato desecharlos de la manera que se está haciendo. El costo ambiental es muy alto y muchas veces los ecologistas y la industria dicen que hay deudas impagables. Las deudas ecológicas, sobre todo cuando acabamos con una especie, con nada se paga. Eso es lo que debemos evitar, por eso promovemos el programa, pero de la manera que nos ha resultado más objetiva, mejor, de acuerdo con las autoridades. Nosotros no podemos traer los envases para rellenarlos. Es carísimo y no serviría. Se echarían a perder los productos. No se puede. Simplemente, no es posible.

Los especialistas consultados en la investigación afirman que cada que aplicamos un agroquímico también se muere fauna benéfica, por lo que la deuda de la industria y los consumidores, cierto, debe ser impagable.

La normatividad

–¿Por qué si las empresas tienen tanta conciencia de lo que se puede hacer con los envases, de cómo reciclarlo, como tratarlo, por qué no lo recolectan ustedes que los producen? Inquirimos a Gabriel Díaz.

–Es lo que estamos haciendo, pero necesitamos la ayuda de todos; no los podemos recolectar sucios, porque no cumplimos con el convenio, donde se establece el triple lavado para poderlos transportar, acopiar y todo eso, porque de otra manera, cuando están sucios, son residuos peligrosos y tienen una implicación en la ley, que es muy estricta para transportarlos, acopiarlos, para todo.

–¿Decía que el que contamina paga, pero también los que producen contaminan?

–La ley dice que el que contamina paga o bien la remediación del problema. Quizá con el afán de que el usuario final se responsabilice de ese envase.

La Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR), aprobada en 2003, establece “la responsabilidad compartida de los productores, importadores, exportadores, comercializadores, consumidores, empresas de servicios de manejo de residuos y de las autoridades de los tres órdenes de gobierno es fundamental para lograr que el manejo integral de los residuos sea ambientalmente eficiente, tecnológicamente viable y económicamente factible”.

Refiere también que la autoridad competente “determinará en el reglamento y en las normas oficiales mexicanas, la forma de manejo que se dará a los envases o embalajes que contuvieron residuos peligrosos y que no sean reutilizados con el mismo fin ni para el mismo tipo de residuo, por estar considerados como residuos peligrosos”.

El problema es que la ley se publicó el 8 de octubre de 2003 y el reglamento debió haber salido a más tardar un año después. Las normas tendrán que esperar. “Mientras las normas no estén funcionando y digan así vas a hacer lo que te marca la ley, pues todo mundo no la cumple”, se resigna Izeta.

Procesamiento

La AMIFAC obtuvo el permiso de las autoridades para procesar los envases de agroquímicos en las plantas de Cementos Apasco, tras realizar pruebas y comprobar que no se liberan partículas sólidas al ambiente, ni se producen dioxinas y furanos. No lo producen los envases porque no empleamos ya cloro, el PVC, sino polietileno de alta densidad, dice Gabriel Díaz, quien recalca que el resultado fue totalmente inocuo.

–¿Qué tipo de gases genera un agroquímico quemado?

–Bióxido de carbono sobre todo, más que otros gases; pero igual estamos contaminando como los automóviles.

Otra opción es procesar los envases adecuadamente y reciclarlos para hacer tablas para cimbra, tubos para drenaje, y productos que no estén en contacto con el hombre.

El problema de la disposición final de envases de agroquímicos ha crecido al grado que en Jalisco la tequilera Sauza pondrá un centro de acopio; en Guanajuato la AMIFAC tiene reuniones con el presidente municipal de Valle de Santiago, quien prometió donar el terreno; en Veracruz se pretende instalar en la zona de Cardel, donde a los exportadores de limón persa sus compradores les exigen certificados de inocuidad alimentaria, que incluye el destino de los envases de agroquímicos, algo similar sucede con los nopaleros de Tlalnepantla, Morelos; con los productores de uva de mesa de Caborca, Sonora, y los productores de fresa frambuesa y zarzamora de Michoacán.

Mientras tanto, los envases vacíos de agroquímicos, residuos peligrosos, deambulan por los campos agrícolas de México, sin que nadie se haga responsable.


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