Para aprender la técnica de hidroponía han tenido que atender cursos y pláticas financiadas por Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) del Banco de México, que les ha puesto como ejemplo los programas israelíes y españoles.
“Ellos están interesados en que nosotros cambiemos y nos superemos, nos dicen que es un sistema más limpio para todo lo que se cosecha y es más productivo; nos han dicho que podemos levantar de 50 a 60 kilos por metro cuadrado de planta, dos o tres veces más limpio que a campo abierto, lo que ya hemos comprobado con la siembra de tomate”, detalla Estrada.
Comenta que en los mil metros del invernadero experimental que instalaron producían a la semana una tonelada y media de tomate que vendían en el Mercado de Abastos a tres pesos el kilo.
Sin embargo, de concretarse el proyecto de construcción del invernadero de seis hectáreas producirían tomate para exportarlo, porque FIRA los puso en contacto con brokers (corredores) de Estados Unidos que les garantizan abrirles el mercado en Nueva York, Chicago y Canadá, donde les pagarían la libra de tomate, 453 gramos, en 1.60 dólares.
“Estamos hablando de que nos pagarían el kilo como a 3.60 dólares, a unos 46 pesos, pero nosotros tenemos que entregar la mercancía en El Paso, gasto que estamos dispuestos a asumir porque si hacemos cuentas, nadie aquí, en México, nadie nos va a pagar el kilo de tomate en unos 30 pesos, para nosotros todo esto es una maravilla y una gran oportunidad”, menciona.
Según los campesinos que conforman la sociedad rural, el proyecto del invernadero podría quedar “aterrizado” en los primeros meses del próximo año.
De esta manera los campesinos de la región comenzarían a diversificar sus productos, ya que actualmente cultivan de manera predominante algodón, alfalfa, trigo, praderas y nogales.
Mientras que en pequeña escala, casi en huertos familiares, algunos producen manzana, duraznos y pistachos, los que también buscan comercializar para sobrellevar la economía familiar.
