Agroindustria

Requiere México alentar la producción maicera

El uso de maíz para producir etanol y la mayor demanda como alimento pecuario, han causado la dramática reducción de los inventarios estadounidenses que presiona el alza de los precios y en consecuencia afecta el mercado interno de nuestro país.

La información actual de los mercados internacionales, proyecta que para los próximos años la disponibilidad de maíz en los inventarios estadounidenses seguirá a la baja, de tal forma que “para el 2012 no habrá una tonelada de maíz que pueda usarse para efecto de exportación”, comenta Jorge Kondo López, presidente de la Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Agropecuario (AMSDA).

La exportación de maíz estimada del mundo es de 82 millones de toneladas. Para 2012, tan sólo Estados Unidos producirá 15 mil millones de galones de etanol para satisfacer la demanda de sus 183 plantas de etanol, que se encuentran en operación y construcción, lo cual requerirá de 113 millones 400 mil toneladas de maíz amarillo; cantidad que supera las actuales exportaciones, advierte el directivo.

El pronóstico de escasez de maíz en el mundo, los altos precios internacionales de la gramínea y el alza en el precio de la tortilla han alertado a los principales actores del sector maicero en nuestro país: productores, industriales e investigadores coinciden en que el gobierno mexicano debe tomar sus previsiones y trazar políticas claras sobre la producción y el consumo nacional, para evitar una total dependencia alimentaria.

Esto porque cada año nuestro país gasta alrededor de 100 mil millones de pesos en la importación de alimentos. En 2006, en maíz amarillo, quebrado y blanco se introdujeron en total más de diez millones de toneladas provenientes de Estados Unidos, pese a que el campo mexicano tiene la capacidad de producir sus propios alimentos e incluso tiene excedentes de maíz para consumo humano.

Potencial productivo y transgénicos

En un viejo planteamiento que ha venido haciendo, Antonio Turrent Fernández, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), refiere que nuestro país cuenta con recursos de tierra, agua, mano de obra y tecnología pública, que permitirán producir 50 millones de toneladas anuales de maíz, sin empleo de transgénicos.

Esta reserva probada de maíz sería alcanzable en los próximos 20 años, “en la medida que el estado asuma las decisiones pertinentes que incluyan inversión para actualizar la infraestructura hidroagrícola obsoleta y ampliar la investigación, enseñanza, extensión y otros servicios”, comenta el experto.

México cuenta con dos millones de hectáreas de labor distribuidas en ocho estados de la región sursureste que por no disponer de riego se mantienen en descanso durante el ciclo otoñoinvierno, sin embargo, tienen acceso a fuentes de agua dulce renovable que las convierte en un alto potencial –no utilizado– que podrían aprovecharse en la ventana de invierno, aseguran los especialistas.

El INIFAP condujo experimentos en 10 localidades representativas del sursureste, durante el segundo ciclo de cultivo, y comprobó que el empleo de la tecnología desarrollada por la institución, permitiría obtener rendimientos promedio del orden de las ocho toneladas por hectárea.

Así, con el acondicionamiento de un millón de hectáreas con pequeña irrigación, se añadirían ocho millones de toneladas de grano al potencial nacional anual.

También podría considerarse la opción de utilizar un recurso inexplorado: una reserva de más de nueve millones de hectáreas con potencial agrícola que en la actualidad son subutilizadas bajo ganadería extensiva en el sureste del país.

Jorge Kondo, secretario de Agricultura del estado de Sinaloa, considera que “con la aplicación de la tecnología tradicional y una intensa política pública de granos, México podría satisfacer su demanda nacional antes de 2015 y sostenerla por tres o cuatro años, aunque luego la perdería gradualmente; al menos que se recurra a la utilización de maíces genéticamente modificados de segunda generación”.

La introducción de variedades transgénicas de maíz para incrementar la producción nacional es un tema que oscila entre posturas divergentes. Por un lado están quienes lo ven como una posible solución productiva y los que aseguran sería un riesgo latente para 59 razas criollas de maíz.

La industria biotecnológica señala que “los cultivos genéticamente modificados aumentarán los rendimientos por hectárea y reducirán el uso de agroquímicos”, pero los propios investigadores reconocen que “la diferencia en rendimientos de los transgénicos y los híbridos, es insignificante”, además los cultivos transgénicos requieren del empleo de más fertilizantes.

La diferencia entre los híbridos de maíz y los transgénicos, es que a los segundos se les introduce un gen específico para mejorar la variedad, lo cual reduce el proceso de mejoramiento.

Sin embargo, los transgénicos presentan limitantes que deben ser investigadas, pues existe la posibilidad de que la liberación comercial de maíz genéticamente modificado contamine variedades no modificadas, como el maíz criollo, mediante el flujo genético transmitido por medio del polen.

“La posible acumulación de ADN transgénico sobre las razas nativas, amenazaría su existencia como recurso alimenticio vital para una gran parte de la población rural mexicana, además de que se imposibilitaría el uso de variedades híbridas mejoradas de maíz, elaboradas por instituciones públicas”, expresa Antonio Turrent.

De acuerdo con el estudio Maíz y biodiversidad: Los efectos del maíz transgénico en México, la Comisión de Cooperación Ambiental encontró que los transgénicos existentes “no resuelven las necesidades más importantes de los campesinos mexicanos”.

“La biotecnología vegetal moderna no necesariamente resolverá los problemas de hambre en el mundo. Las razones de su persistencia tienen otro origen”, asegura Alejandra Covarrubias, investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM.

Negocio millonario

Las semillas son el insumo fundamental para el éxito de un cultivo, pero también un negocio millonario. Cifras presentadas por investigadores del INIFAP ante senadores, señalan que las empresas transnacionales venden mil semillas a 1.34 dólares en Estados Unidos, mientras que en nuestro país las dan a dos dólares; lo que refleja que el mercado no es equitativo y está en manos de los corporativos.

En México, diversas instituciones públicas han generado a lo largo de los años infinidad de variedades mejoradas de diversos cultivos. Tan sólo el INIFAP cuenta con aproximadamente 1,097 semillas diferentes y 246 para el caso del maíz.

Estas variedades nacionales no llegan a manos de agricultores de los ejidos más distantes del país debido a la desaparición de la Productora Nacional de Semillas (Pronase), que se encargaba de venderlas y distribuirlas.

En la actualidad las grandes empresas semilleras no están interesadas en comprar las variedades nacionales porque no les representa un buen negocio, asevera Alejandro Espinosa Calderón, investigador del INIFAP.

Por ello considera necesario que el gobierno facilite esquemas de venta para semillas y promueva la creación de microempresas que distribuyan las variedades nacionales, para lograr mayor competencia en el mercado semillero.

La actual crisis del maíz, ha hecho que muchos sectores de la sociedad vuelvan la mirada al campo mexicano y revaloren la importancia que tiene en el desarrollo del país.

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