Agroindustria

Semillas transgénicas amenazan la biodiversidad

En la Octava Conferencia sobre la Convención de la ONU para la Diversidad Biológica con las reuniones sobre el Protocolo para la Bioseguridad, se atiende el tema de las emillas asesinas de la industria de las biotecnologías.

Estas semillas que atentan contra la biodiversidad, matan a los cultivadores y matan la libertad de las personas. Entre ellas está el Bt. Cotton de la Monsanto, que ha sumido ya a millares de agricultores indios en la deuda, la desesperación y la muerte.

Los gobiernos de Australia, Nueva Zelanda y Canadá, actuando como instrumentos del gobierno estadounidense y de la industria biotecnológica, tratan de minar la moratoria actualmente existente —impuesta por la Unión Europea— sobre todos los alimentos y semillas genéticamente modificados y sobre la llamada tecnología Terminator, una tecnología que induce a las plantas genéticamente modificadas a producir semillas estériles.

El Bt. Cotton, un algodón genéticamente modificado vendido por la Monsanto, ha venido engañando repetidamente a los agricultores indios desde que la empresa comenzara ilegalmente sus experimentos en 1998. Y desde que, en 2003, se autorizó la comercialización de sus semillas.

La publicidad de la Monsanto prometía a los campesinos una producción de 15 quintales por acre y cerca de 226 dólares de beneficios añadidos. Pero para un gran número de agricultores el Bt. Cotton ha significado la pérdida de cosechas enteras.

El Bt. Cotton ha de ser rociado tres veces y media con pesticidas, a un costo de 59 dólares por acre. Los cultivadores orgánicos, en cambio, usan para el control de los parásitos sustancias ecológicas que cuestan menos de nueve dólares por acre, es decir, una sexta parte del costo del Bt.

En la última década, en la India, se han suicidado más de 40 mil agricultores (aunque sería más exacto hablar de homicidio o de genocidio). Más del 90 por ciento de los agricultores que se han quitado la vida en el Maharashtra y en el Andhra Pradesh durante la estación algodonera de 2005 habían plantado Bt. Cotton. Y sin embargo, lobistas de las bioteconologías como Graham Brookes y Peter Barfoot manipulan los datos para ocultar tal horror.

La monopolización de las semillas por parte de las corporaciones globales es una receta segura para destruir la biodiversidad y a los campesinos. Más del 90 por ciento del mercado de semillas genéticamente modificadas está constituido por sólo cuatro tipos de cultivo: trigo, soya, colza y algodón.

Sólo dos variedades han sido comercializadas a gran escala: los cultivos resistentes a los herbicidas y los cultivos de Bt. Cotton. Y más del 90 por ciento del mercado de semillas genéticamente modificadas es controlado por una sola compañía: la Monsanto.

En lo que toca a Estados Unidos, los lobistas sostienen que el algodón resistente a los herbicidas reportaría a los agricultores estadounidenses 66.59 dólares por hectárea de beneficios añadidos. Sin embargo, 90 cultivadores texanos del algodón han llevado a Monsanto a los tribunales.

El intento de introducir la tecnología Terminator traerá consigo el aumento de la vulnerabilidad de los agricultores indios y la amenaza a la biodiversidad. Cuando en enero pasado se reunió en Granada el grupo de trabajo sobre el artículo 8(j) de la Convención para la Biodiversidad, Estados Unidos sostuvo la falsa tesis, según la cual la tecnología Terminator, haría aumentar la productividad.

Las poblaciones indígenas ven la tecnología Terminator como una amenaza a su libertad y a su soberanía. Como ha afirmado en Brasil Mariana Marcos Tarine, en nombre del Foro Internacional Indígena sobre la Biodiversidad.

Fuente: Biodiversidad en América Latina (BAL)

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