Análisis

Impacto del covid-19 en los medios, la salud y los sistemas alimentarios

Declaración conjunta de la OIT, la FAO, el FIDA y la OMS

Roma / Ginebra, 15 de octubre de 2020.— La pandemia de covid-19 ha provocado una dramática pérdida de vidas humanas en todo el mundo y presenta un desafío sin precedentes para la salud pública, los sistemas alimentarios y el mundo del trabajo. El trastorno económico y social causado por la pandemia es devastador: decenas de millones de personas corren el riesgo de caer en la pobreza extrema, mientras que el número de personas desnutridas, que actualmente se estima en casi 690 millones, podría aumentar hasta 132 millones para el final del año.

Millones de empresas se enfrentan a una amenaza existencial. Casi la mitad de los tres mil 300 millones de trabajadores del mundo corren el riesgo de perder sus medios de vida. Los trabajadores de la economía informal son particularmente vulnerables porque la mayoría carece de protección social y acceso a una atención médica de calidad y ha perdido el acceso a los activos productivos. Sin los medios para obtener ingresos durante los encierros, muchos no pueden alimentarse a sí mismos ni a sus familias. Para la mayoría, no tener ingresos significa no comer o, en el mejor de los casos, menos alimentos y alimentos menos nutritivos.

La pandemia ha afectado a todo el sistema alimentario y ha puesto al descubierto su fragilidad. Los cierres de fronteras, las restricciones comerciales y las medidas de confinamiento han impedido que los agricultores accedan a los mercados, incluso para comprar insumos y vender sus productos, y que los trabajadores agrícolas cosechen cultivos, interrumpiendo así las cadenas de suministro de alimentos nacionales e internacionales y reduciendo el acceso a dietas saludables, seguras y diversas. La pandemia ha diezmado puestos de trabajo y ha puesto en peligro la vida de millones de personas. A medida que quienes son el sostén de familia pierden sus trabajos, enferman y mueren, la seguridad alimentaria y la nutrición de millones de mujeres y hombres se ven amenazadas, y las de los países de bajos ingresos, en particular las poblaciones más marginadas, que incluyen a los pequeños agricultores y los pueblos indígenas, se ven amenazadas.

Millones de trabajadores agrícolas, asalariados y autónomos, mientras alimentan al mundo, regularmente enfrentan altos niveles de pobreza laboral, desnutrición y mala salud, y sufren falta de seguridad y protección laboral, así como otros tipos de abuso. Con ingresos bajos e irregulares y falta de apoyo social, muchos de ellos se ven motivados a seguir trabajando, a menudo en condiciones inseguras, exponiéndose a sí mismos y a sus familias a riesgos adicionales. Además, cuando experimentan pérdidas de ingresos, pueden recurrir a estrategias de supervivencia negativas, como la venta de activos por situaciones de emergencia, los préstamos abusivos o el trabajo infantil. Los trabajadores agrícolas migrantes son particularmente vulnerables, porque enfrentan riesgos en su transporte, condiciones de trabajo y de vida, y luchan por acceder a las medidas de apoyo implementadas por los gobiernos.

En la crisis del covid-19 convergen la seguridad alimentaria, la salud pública y las cuestiones laborales, en particular la salud y seguridad de los trabajadores. Adherirse a las prácticas de seguridad y salud en el lugar de trabajo y garantizar el acceso al trabajo decente y la protección de los derechos laborales en todas las industrias será fundamental para abordar la dimensión humana de la crisis. La acción inmediata y decidida para salvar vidas y medios de subsistencia debe incluir la extensión de la protección social hacia la cobertura universal de salud y el apoyo a los ingresos para los más afectados. Estos incluyen a los trabajadores de la economía informal y en trabajos mal protegidos y mal remunerados, incluidos los jóvenes, los trabajadores mayores y los migrantes. Debe prestarse especial atención a la situación de las mujeres, que están sobrerrepresentadas en puestos de trabajo y cuidados mal remunerados. Las diferentes formas de apoyo son fundamentales, incluidas las transferencias de efectivo, asignaciones para niños y comidas escolares saludables, iniciativas de ayuda alimentaria y de refugio, apoyo para la retención y recuperación del empleo, y ayuda financiera para las empresas, incluidas las micro, pequeñas y medianas empresas. Al diseñar e implementar tales medidas, es esencial que los gobiernos trabajen en estrecha colaboración con los empleadores y los trabajadores.

Los países que enfrentan crisis humanitarias o emergencias existentes están particularmente expuestos a los efectos del covid-19. Es fundamental responder rápidamente a la pandemia y, al mismo tiempo, garantizar que la asistencia humanitaria y de recuperación llegue a los más necesitados.

Ahora es el momento de la solidaridad y el apoyo mundial, especialmente con los más vulnerables de nuestras sociedades, particularmente en el mundo emergente y en desarrollo. Solo juntos podremos superar los efectos sanitarios, sociales y económicos entrelazados de la pandemia y evitar que se convierta en una catástrofe humanitaria y de seguridad alimentaria prolongada, con la posible pérdida de los logros de desarrollo ya alcanzados.

Debemos reconocer esta oportunidad para reconstruir mejor, como se señala en el Policy Brief emitido por el secretario general de las Naciones Unidas. Estamos comprometidos a poner en común nuestra experiencia y conocimientos para ayudar a los países en sus medidas de respuesta a crisis y sus esfuerzos para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Necesitamos desarrollar estrategias sostenibles a largo plazo para abordar los desafíos a los que se enfrentan los sectores sanitario y agroalimentario. Se debe dar prioridad a abordar los desafíos subyacentes de la seguridad alimentaria y la desnutrición, abordar la pobreza rural, en particular mediante más y mejores empleos en la economía rural, extender la protección social a todos, facilitar vías migratorias seguras y promover la formalización de la economía informal.

Debemos repensar el futuro de nuestro medio ambiente y abordar el cambio climático y la degradación ambiental con ambición y urgencia. Solo entonces podremos proteger la salud, los medios de vida, la seguridad alimentaria y la nutrición de todas las personas, y garantizar que nuestra “nueva normalidad” sea mejor.

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