Análisis

Sostenibilidad agrícola y energía renovable: no es una utopía

La inversión en transporte para hacer llegar todas esas mercancías desde miles de kilómetros, se hará innecesaria. No sólo se ahorrará en transporte, sino también en todos los gastos adicionales de empaquetamiento, almacenamiento y refrigeración. Dichos recursos se podrán invertir para desarrollar esquemas de agricultura urbana en los cinturones de las grandes metrópolis.

Con ello, se abriría la posibilidad de llevar el campo a la ciudad y desarrollar el campo, evitando así la relación contradictoria y de subordinación entre el campo y la ciudad.

También, los índices de contaminación podrán reducirse. Podrá darse el caso de que el proceso de aglomeración poblacional de las urbes se detenga y felizmente comenzará una regresión hacia el terreno rural, disminuyendo también la presión por la competencia laboral y los difíciles medios de subsistencia de las grandes metrópolis.

* Maestría en periodismo, Universidad Anáhuac del Sur.
Correo electrónico: lve1@prodigy.net.mx

Con ayuda del sol, convierten el aceite de cocina en biodiesel
La necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, así como la dependencia de los combustibles fósiles, ha llevado a la comunidad científica a insertarse en una búsqueda constante de nuevas alternativas energéticas.
Entre estas opciones destacan el uso de la radiación solar como sustituto del suministro eléctrico y el aprovechamiento de los desechos agrícolas para la producción de biocombustibles.
La doctora María Griselda Corro Hernández, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), decidió unir ambas tecnologías para generar diesel a partir de aceites vegetales no comestibles o de cocina reciclados.
De acuerdo con la investigadora, la materia prima para el desarrollo puede obtenerse en las casas, restaurantes o incluso emplear los óleos contenidos en las semillas de la jatrofa (jatropha curcas o piñón de tempate), los cuales no cumplen con las normas para el consumo humano.
La tecnología desarrollada en la BUAP consiste en colocar el aceite junto con sales de metales de transición sintetizadas en la universidad, que se desempeñarán como catalizadores, en envases de vidrio grueso cerrados.
Una vez en los frascos, los óleos son sometidos a un proceso de dos etapas en los que debe alcanzar altas temperaturas, por lo que el equipo de Corro Hernández decidió crear un reactor solar que les permite controlar la radiación y emplearla en vez del suministro eléctrico.
La titular del proyecto señaló que en la primera etapa el aceite debe estar expuesto a 60 grados durante dos horas para llevar a cabo la esterificación o procesamiento de ácidos grasos.
En el siguiente paso, de transesterificación, en un periodo de tiempo similar la sustancia estará en el reactor a 110 grados con el propósito de extraer los triglicéridos, diglicéridos y monoglicéridos, que serán transformados en metil éster o diesel.
Corro Hernández apuntó que el biocombustibles obtenido aún debe ser analizado y pasar 30 demandas de calidad internacionales para autorizar su uso y comercialización. Si bien hasta ahora ha cumplido con 18 de ellas, restan pruebas por cromatografía (caracterización de mezclas), medidas de oxidación y microscopía (producir imágenes visibles de estructuras o pequeños para ser percibidos a simple vista), entre otras.
A decir de la investigadora, este diesel no debe emplearse puro en los vehículos, sino en una mezcla con el obtenido de petróleo. Las disminuciones en las emisiones de sustancias tóxicas (el óxido de nitrógeno, hidrocarburos mal quemados y el óxido de azufre) irán en proporción de los porcentajes que manejen de ambos combustibles.
De sólo usar una porción de 80 diesel de petróleo, el nivel de contaminación de éste se reducirá en 20 por ciento. De ahí que Corro Hernández adelantara que su equipo de trabajo diseña un convertidor catalítico que permita destruir esos contaminantes, más los que produzca el biodiesel.
Esta tecnología de elaboración de biocombustible a partir de aceites reciclados y no comestibles, en la que emplean la radiación solar como fuente de energía, recibió el apoyo de los Fondos Mixtos del Gobierno del Estado de Puebla con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). (Con información de la Agencia Investigación y Desarrollo.)

ANÁLISIS

Sostenibilidad agrícola y energía renovable: no es una utopía

Por: Jacqueline Schoch*

Foto: Especial

A principios de 2009, un proyecto del Agricultural Sustainable Institute (ASI) de la Universidad de California, se dio a la tarea de analizar el papel que juega el sistema alimentario en el cambio climático. Entre las premisas de la iniciativa, el director del ASI, Thomas Tomich, destacaba cómo los cambios en la elección de alimentos por parte del consumidor, así como nuestro vasto sistema alimentario, “pueden contribuir sustancialmente a cumplir con las metas de reducción de gases que causan el efecto de invernadero”.

Desde entonces a la fecha, el proyecto ha recopilado información sobre el procesamiento de tomates, productos lácteos y arroz, y actualmente están evaluando las cifras para determinar el punto de equilibrio en el consumo de energía por parte del arroz.

En el caso de Estados Unidos, alrededor de un 15 por ciento del consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero están relacionados con el sistema alimentario. Los mayores contribuyentes son las emisiones de metano y óxido de nitrato, relacionados con la ganadería, los fertilizantes de nitrógeno sintéticos y el transporte aéreo, entre otros.

Además de la necesidad de reducir las emisiones contaminantes, el máximo aprovechamiento de los recursos energéticos y la incorporación de fuentes de energía renovable a las actividades agropecuarias debe ser un factor obligatorio en todo sistema productivo de alimentos.

Sin embargo, en la actualidad la necesidad de cuidar los recursos no renovables no necesariamente emana de una preocupación natural de los individuos. Cotidianamente, el uso de la energía eléctrica, por ejemplo, nos afecta individualmente en función de la cuenta periódica que tenemos que pagar por los servicios básicos.

El uso de los recursos energéticos frecuentemente se realiza de manera inconsciente y desligada del entendimiento respecto de los modos de su producción y explotación. La aparente facilidad con la que ciertos sectores de la sociedad logran su abasto energético propicia un desapego respecto de las implicaciones y los altos costos medioambientales que, muy a menudo, se generan por su obtención.

Tomemos en cuenta que hoy un alto porcentaje de los combustibles fósiles se destina al transporte, en particular de mercancías que se trasladan vía terrestre; otra pequeña parte por vía marítima y la menor por vía área. Si la búsqueda de una solución a este problema sólo se redujera a la obtención de otros energéticos, en sustitución del que hoy está en vías de agotarse, se perdería una gran oportunidad de modificar los esquemas de intercambio comercial de víveres y alimentos que no necesariamente ofrecen una lógica económica sostenible.

Es indispensable modificar los esquemas de abastecimiento alimentario de nuestra sociedad contemporánea para dar un paso singular hacia otro tipo de sociedad. En este sentido, vale la pena recordar que, a lo largo de la historia, el papel que ha jugado por siempre el alimento, para el hombre y la sociedad, ha determinado no sólo sus modos de producción, sino su propia cultura.

La transición a nuevos esquemas productivos

Para los países industrializados que han dependido fuertemente de fuentes de energía no renovables, la duda y la aceptación al cambio se convierte en un reto mayor. Transitar hacia el uso de energías renovables requiere de varios factores, entre los cuales se pueden considerar: altos niveles de inversión en investigación y desarrollo; la generación de un nuevo marco de políticas internas y externas que regulen la producción y el uso de estas nuevas fuentes energéticas; la transformación de los actuales emporios energéticos y la aceptación y participación de la opinión pública.

Los nuevos esquemas de explotación para la obtención de energía podrían considerar la posibilidad de modificar las redes y modos de transporte de las mercancías, en particular de los alimentos, los esquemas de producción agrícola, las dimensiones y estructuras industriales dedicadas a la transformación de alimentos y hasta la organización del trabajo, tanto en el campo como en las ciudades.

La utilización de la energía solar, y de la fuerza del agua y el viento ya es una realidad en distintos países. Para promocionar el uso de fuentes de energía renovable, algunos gobiernos han diseñado diversas medidas tales como:

· Facilitar las condiciones de inversión, a través de una mejora en el sistema impositivo.

· Soporte de las iniciativas tecnológicas en el campo de la investigación y el desarrollo.

· Fomentar las iniciativas de desarrollo de mercado a fin de reducir las barreras y crear una demanda que incentive a las tecnologías de energía renovable.

La energía solar es aprovechada para generar electricidad y calentar el agua a través de esquemas de captación. Alternativas a escala pequeña y mediana tales como paneles de energía solar, sistemas de almacenamiento y purificación de aguas de lluvia o recuperación de calor, ofrecen periodos de retorno de inversión que van de entre uno a siete años.

En varios países, esta fuente de energía permite el abastecimiento adecuado de ranchos, granjas y complejos agrícolas. Aunque las celdas solares se conocen desde 1800, se han hecho populares debido a nuevos vehículos que utilizan dicha tecnología para convertir el hidrógeno (fuente de energía renovable) en energía y su reducto en vapor de agua.

En este sentido, para el campo están siendo utilizados vehículos con motor eléctrico propulsados por una batería almacenadora. Paneles solares funcionan como fuente de poder fotovoltaico para recargar la batería de este vehículo, que puede ser utilizado tanto en el transporte de granos, como para fumigar, irrigar, recolectar y hasta como medio de transporte carretero ligero.

Este tipo de aplicación de energías renovables permite asegurar energía en zonas que no cuentan con red electrificada y abren la posibilidad de nuevos desarrollos en el campo, en forma independiente a las urbes. Un beneficio adicional es que evita la generación de gases contaminantes al medio ambiente.

Otras fuentes, como la energía de biomasa que se obtiene de la quema de materiales derivados de las plantas o los gases de desecho (que se recolectan de la descomposición de la basura, enterrada en un espacio sin oxígeno) ofrecen potenciales beneficios económicos para generar electricidad en el campo.

En Brasil una considerable parte del transporte urbano utiliza etanol de caña de azúcar, al que por su origen vegetal se le denomina biodiesel. Como dato interesante, el inventor del primer motor a combustión, el doctor Rudolf Diesel, consideró su funcionamiento basado en el uso de varios aceites, entre otros, el de cacahuates. En su visión, el nuevo medio de locomoción tendría a su vez que impulsar el desarrollo de la agricultura; mejor ejemplo del concepto de sustentabilidad no podríamos encontrar.

Por otro lado, una quinta parte de la electricidad global se genera a través de las caídas de agua, y a escala mundial un 20 por ciento de toda la electricidad es generada a través de las hidroeléctricas. La energía hidroeléctrica —eficiente y más barata que otras energías— provee más de 97 por ciento de toda la energía generada por recursos renovables en el orbe. Aunque su uso ofrece ventajas, las presas, por sus dimensiones, alteran las funciones naturales de un río, ya que frecuentemente evitan que el agua se regenere para la salud de los ecosistemas.

La acumulación de sedimentos, desechos y nutrientes (metales pesados y otros contaminantes), con el paso del tiempo, atasca al dique, dejando un problema para las futuras generaciones, en virtud de que el costo de eliminar la presa es tan alto que no se lleva a cabo.

Asimismo, las aves de la región, que dependen de los insectos que viven en los bordes de las agua, pierden su fuente de alimento. La disminución del movimiento de agua provoca que la temperatura sea mayor y dichos cambios afectan también la supervivencia de muchas especies acuáticas.

Una utilización a menor escala permite aprovechar favorablemente las alternativas de la energía hidroeléctrica. En lugar de las grandes presas, las caídas naturales de los algunos ríos ofrecen la posibilidad de instalar pequeños sistemas de turbinas que, a diferencia de los molinos de agua de antaño, aprovechan la energía, con la diferencia de que actualmente la tecnología permite tanto transformar como almacenar y reutilizar dicha energía a menores costos.

Los costos en este tipo de inversiones pueden incluso ser compartidos entre diversas granjas o complejos agrícolas. Además, este tipo de desarrollo preserva la fauna y flora y la belleza del paisaje.

Durante siglos, la energía de aire, aire y olas, totalmente identificada como renovable, ha sido utilizada por el hombre. Hoy, un espacio de mar abierto puede ser considerado adecuado para la instalación de un molino de energía eólica (con el cuidado que se debe considerar para evitar zonas de paso de aves marítimas, ante el riesgo de que éstas perezcan entre las hélices).

Por todo lo anterior, no es utópico considerar tierra, agua, fuego y aire bajo una óptica diferente. A medida que el desarrollo de sistemas de generación de energía renovable avance en las décadas por venir, la necesidad de acercarse a las grandes ciudades para tener acceso a todos los servicios cambiará, al menos en lo que se refiere a la dependencia de sistemas de agua potable, generación eléctrica y comunicación.

La posibilidad de contar con agua y electricidad de manera eficiente y económica, ayudará a desarrollar sistemas locales agrícolas autosuficientes. La necesidad de abastecer las necesidades primarias alimenticias tales como el maíz, en el caso de México, o el arroz en países asiáticos, a través de costosas importaciones, se desvanecerá.

La inversión en transporte para hacer llegar todas esas mercancías desde miles de kilómetros, se hará innecesaria. No sólo se ahorrará en transporte, sino también en todos los gastos adicionales de empaquetamiento, almacenamiento y refrigeración. Dichos recursos se podrán invertir para desarrollar esquemas de agricultura urbana en los cinturones de las grandes metrópolis.

Con ello, se abriría la posibilidad de llevar el campo a la ciudad y desarrollar el campo, evitando así la relación contradictoria y de subordinación entre el campo y la ciudad.

También, los índices de contaminación podrán reducirse. Podrá darse el caso de que el proceso de aglomeración poblacional de las urbes se detenga y felizmente comenzará una regresión hacia el terreno rural, disminuyendo también la presión por la competencia laboral y los difíciles medios de subsistencia de las grandes metrópolis.

* Maestría en periodismo, Universidad Anáhuac del Sur.

Correo electrónico: lve1@prodigy.net.mx

(El siguiente texto puede ir en un recuadro o con un diseño diferente al del artículo)

Con ayuda del sol, convierten el aceite de cocina en biodiesel

La necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, así como la dependencia de los combustibles fósiles, ha llevado a la comunidad científica a insertarse en una búsqueda constante de nuevas alternativas energéticas.

Entre estas opciones destacan el uso de la radiación solar como sustituto del suministro eléctrico y el aprovechamiento de los desechos agrícolas para la producción de biocombustibles.

La doctora María Griselda Corro Hernández, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), decidió unir ambas tecnologías para generar diesel a partir de aceites vegetales no comestibles o de cocina reciclados.

De acuerdo con la investigadora, la materia prima para el desarrollo puede obtenerse en las casas, restaurantes o incluso emplear los óleos contenidos en las semillas de la jatrofa (jatropha curcas o piñón de tempate), los cuales no cumplen con las normas para el consumo humano.

La tecnología desarrollada en la BUAP consiste en colocar el aceite junto con sales de metales de transición sintetizadas en la universidad, que se desempeñarán como catalizadores, en envases de vidrio grueso cerrados.

Una vez en los frascos, los óleos son sometidos a un proceso de dos etapas en los que debe alcanzar altas temperaturas, por lo que el equipo de Corro Hernández decidió crear un reactor solar que les permite controlar la radiación y emplearla en vez del suministro eléctrico.

La titular del proyecto señaló que en la primera etapa el aceite debe estar expuesto a 60 grados durante dos horas para llevar a cabo la esterificación o procesamiento de ácidos grasos.

En el siguiente paso, de transesterificación, en un periodo de tiempo similar la sustancia estará en el reactor a 110 grados con el propósito de extraer los triglicéridos, diglicéridos y monoglicéridos, que serán transformados en metil éster o diesel.

Corro Hernández apuntó que el biocombustibles obtenido aún debe ser analizado y pasar 30 demandas de calidad internacionales para autorizar su uso y comercialización. Si bien hasta ahora ha cumplido con 18 de ellas, restan pruebas por cromatografía (caracterización de mezclas), medidas de oxidación y microscopía (producir imágenes visibles de estructuras o pequeños para ser percibidos a simple vista), entre otras.

A decir de la investigadora, este diesel no debe emplearse puro en los vehículos, sino en una mezcla con el obtenido de petróleo. Las disminuciones en las emisiones de sustancias tóxicas (el óxido de nitrógeno, hidrocarburos mal quemados y el óxido de azufre) irán en proporción de los porcentajes que manejen de ambos combustibles.

De sólo usar una porción de 80 diesel de petróleo, el nivel de contaminación de éste se reducirá en 20 por ciento. De ahí que Corro Hernández adelantara que su equipo de trabajo diseña un convertidor catalítico que permita destruir esos contaminantes, más los que produzca el biodiesel.

Esta tecnología de elaboración de biocombustible a partir de aceites reciclados y no comestibles, en la que emplean la radiación solar como fuente de energía, recibió el apoyo de los Fondos Mixtos del Gobierno del Estado de Puebla con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). (Con información de la Agencia Investigación y Desarrollo.)

Comentarios

comentarios

Siguenos!

Países que nos están viendo


Suscribete al Boletin