Biotecnología

Equinácea, antibiótico vegetal

Es una de las hierbas más populares de la medicina natural. Su uso más frecuente está relacionado con las infecciones respiratorias. La ciencia aún no se pone de acuerdo sobre sus beneficios

La Echinacea o Equinácea es una de las hierbas más populares en el campo de la medicina natural. En Estados Unidos, por ejemplo, se cree que la venta de productos que surgen de esta planta representa aproximadamente el 10 por ciento del mercado de suplementos dietéticos.

La llaman “antibiótico vegetal”, aunque el término está mal empleado, ya que no mata directamente las bacterias como un antibiótico clásico. Su actividad se explicaría, según varias investigaciones, por una estimulación del sistema inmunitario. También están sus detractores que cuestionan, entre otros puntos, la metodología utilizada en los estudios que destacan sus beneficios y sugieren ampliarlos.

Se trata de una especie perenne, originaria del este de Norteamérica, cuyos tallos huecos pueden alcanzar hasta un metro de altura. Sus hojas son alargadas y estrechas. Sus flores son cónicas, vistosas y de color púrpura. Las raíces y la hierba (las partes que sobresalen de la tierra) se utilizaron para tratar una variedad de infecciones y demás afecciones. Las primeras referencias en torno a esta planta son bastante recientes: hacia fines de 1700 se descubrió que era usada por los indios nativos de América del Norte, quienes, en vista de sus propiedades curativas, la consideraban sagrada.

Sus usos más frecuentes estaban relacionados con los problemas dentarios, la gripe y los resfríos, la tos, los problemas de garganta y como antiséptico de heridas infectadas. Además de ser el único “remedio” utilizado contra las mordeduras de serpiente e insectos venenosos.

Las tres variantes más comunes y utilizadas en fitoterapia son la Equinácea Angustifolia, la Pallida y la Purpúrea —se cree que esta última es la más efectiva—. Las partes que se usan en los preparados incluyen la raíz, sumidades floridas (los extremos de los tallos que contienen hojas) y las hojas recolectadas en otoño en el momento de la floración y después de producidas las semillas. A veces se emplea también la planta entera. Actualmente, hay disponibles centenares de productos que contienen Equinácea. Existen cápsulas con polvo de la planta, raíces disecadas para hacer infusiones y también tintura (preparación a base de alcohol). Algunas personas toman el jugo de plantas frescas.

La ciencia duda: ¿beneficiosa o no?

Quienes propician su uso destacan la capacidad de reforzar todo el sistema inmunológico y generar mayor resistencia frente a diferentes agentes externos como virus, bacterias y sustancias tóxicas. También mencionan su acción antiséptica y antiinflamatoria ya que aumentaría la resistencia de la piel contra el ataque de bacterias, virus y hongos gracias a la inhibición de una enzima llamada hialuronidasa. La acción antiinflamatoria de la Equinácea data de 1950, cuando se obtuvieron buenos resultados en la cura de pacientes afectados de artritis crónica. Otra cualidad curativa de la planta sería su acción cicatrizante al favorecer la proliferación de fibroblastos (células de la piel que contribuyen a su rápida cicatrización) y antitumoral.

La mejor evidencia científica sobre esta planta es su capacidad de ayudar en la recuperación de los resfríos y catarros más rápidamente, además de prevenirlos. Sin embargo, los resultados son contradictorios: en 2005, un estudio publicado en The New England Journal of Medicine no demostró ningún beneficio clínico. No obstante, un meta-análisis realizado en 2006 para evaluar la eficacia de la Equinácea encontró que la probabilidad de contraer un resfrío fue 55 por ciento mayor con un placebo que con la Equinácea (con base en tres ensayos clínicos). En 2007, otro meta-análisis que se publicó en The Lancet Infectious Deseases concluyó que la Equinácea podría reducir en un 58 por ciento el índice de probabilidades de sufrir un resfrío común y su duración, en 1.4 días.

Por otro lado existe dudosa evidencia científica de los efectos de la Equinácea en cualquier tipo de cáncer, lo mismo que para la estimulación del sistema inmune (incluyendo pacientes que están recibiendo quimioterapia para el cáncer). Respecto a sus propiedades antiinflamatorias, en 1978 (Wacker & Hilbig) se realizó un estudio clínico con cuatro mil 500 pacientes donde se destacaron sus beneficios frente a distintos problemas de la piel como la psoriasis.

Es evidente que aún se necesitan más investigaciones para poder obtener una conclusión definitiva sobre el uso de esta planta como tratamiento para el resfrío, además de determinar los efectos secundarios que podría ocasionar. Por el momento, se sabe que es perjudicial en embarazadas y en la etapa de lactancia. También se ha reportado una carencia de beneficios para niños de entre dos y 11 años, y está muy cuestionada su utilización en personas VIH positivas.

Fuente: Clarín en línea

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