Sector Rural

Empresarios apuestan por la conservación del ecosistema escamolero

Con base en la aportación nutricional de los insectos y para aprovechar los beneficios que éstos aportan a las comunidades del sector rural, hace más de un año los hermanos Tere, Armando y Eduardo Soria Castañeda iniciaron en el ejido Puerto México, de San Agustín Tlaxiaca, Hidalgo, un proyecto para desarrollar la producción sostenible de escamoles y con ello lograr la conservación del ecosistema del que forma parte la hormiga escamolera.

La hormiga escamolera es nativa del altiplano mexicano, y sus huevecillos han sido alimento para los mexicanos desde hace siglos. Sin embargo, debido al auge que han tenido los productos de origen en los últimos años, y especialmente la explotación depredadora, la hormiga escamolera está en peligro de desaparecer.

Esta iniciativa de la familia Soria, comenzó con el establecimiento de una granja experimental llamada “Escamoles y más”, en la que la producción de escamoles se basa en la conservación y cuidado de los nidos de las hormigas al retirar de éstos a las larvas, además de tomar medidas para facilitar a las hormigas la reposición de los huevos sustraídos, que contribuyen a asegurar la alimentación y seguridad de los insectos ante los depredadores e inclemencias del clima.

Y es que, de acuerdo con Armando Soria, director de producción de la granja, cada año la cosecha de escamoles ha disminuido, principalmente a causa del mal manejo en el momento de la extracción de los nidos. La extracción rudimentaria se ha convertido en una práctica depredadora en la que, además de la destrucción de los nidos, se mata a las hormigas reina, que viven bajo tierra y que al quedar expuestas fuera de sus nidos, perecen ante los estragos del sol y la deshidratación.

La recuperación de los nidos —apuntó Armando Soria— es prácticamente imposible. Por ello, las acciones de conservación de quienes trabajan en este proyecto se han enfocado en “trasplantar” nidos, ya que para que un nido silvestre nuevo produzca escamol, puede tardar entre tres y siete años.

Los nidos silvestres, que no han sido depredados, pueden producir entre cinco y siete kilos de escamol —por temporada, que es sólo un par de meses, entre marzo y abril— y pueden ser cosechados hasta tres veces en una misma temporada.

Por otra parte, la mala extracción de los nidos también ha ocasionado un grave daño ecológico en esta región, ya que la deforestación de los cerros genera menor cantidad de alimento vegetal para las hormigas y la disminución de cultivos de nopal, garambullos y maguey, que son parte de la dieta de éstas.

El daño ambiental, señaló Soria, también termina por afectar al consumidor final, ya que al haber menos nidos productivos se reduce la oferta de escamoles, encareciendo el ya de por sí elevado costo de este alimento, que en la actualidad alcanza un precio de hasta mil 400 pesos por kilo.

“Nosotros consideramos que la ley de oferta y demanda del escamol puede correr en sentido inverso. Si logramos una mayor producción, lograremos reducir su precio en el mercado sin que ello afecte los ingresos de los escamoleros”, comentó.

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