Sector Rural

Empresarios apuestan por la conservación del ecosistema escamolero

Por: Isabel Rodríguez
Foto: Cortesía Eduardo Soria / Convivium del Bosque Slow Food

San Agustín Tlaxiaca, Hgo. (México).─ De cada 100 animales en el planeta, 80 son insectos, lo que los convierte, prácticamente, en “soberanos” del reino animal. Pero, además de ser mayoría entre la biodiversidad, los insectos han sido desde tiempos inmemoriales, fuente de alimento y materia prima para usos medicinales.

Se calcula que en México existen alrededor de 512 especies de insectos comestibles; sin embargo, de acuerdo con la doctora Julieta Ramos Elorduy, investigadora del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) —y pionera de los estudios en México acerca de la ingesta humana de insectos—, existe una idea errónea de que éstos se consumen sólo como último recurso entre las poblaciones con menores recursos, principalmente en zonas rurales e indígenas, como el Valle de Mezquital, en Hidalgo.

Sin embargo, al realizar una investigación en dicha región, considerada una de las más pobres de México, Ramos Elorduy encontró que el consumo de insectos formaba parte de la alimentación tradicional de estas comunidades no por un tema de costos, sino debido a arraigados hábitos alimenticios.

Además de la importancia del consumo de insectos como parte de la cultura gastronómica, diversos estudios científicos destacan las aportaciones nutrimentales de éstos y la importancia de incorporarlos en la alimentación, especialmente entre la población más afectada por la desnutrición.

En noviembre de 2010, en el marco de la Exposición Universal de Shangai, el chef laosiano Sisouphanh Ocampo sorprendió a los asistentes al evento al preparar tacos de insectos, como parte de la promoción que la República Democrática Popular de Laos lleva a cabo en coordinación con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para difundir los numerosos beneficios del consumo de escarabajos, termitas, cigarras, libélulas, grillos y langostas.

Los tacos del chef Ocampo, elaborados con gusanos de seda, saltamontes, especies molidas de la India y servidos con una variedad de ingredientes occidentales, como salsa de tomate y crema ácida, son un ejemplo del tipo de comida que en Laos buscan promover con base en un objetivo primordial: difundir los numerosos beneficios del consumo de insectos comestibles en un país en el que la desnutrición crónica es un serio problema, en particular entre los niños menores de cinco años.

En esa materia ─desnutrición infantil─, México no se queda atrás; de acuerdo con un estudio reciente del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), la ingesta de nutrimentos en niños de entre uno y cuatro años en localidades rurales, indígenas y de nivel socioeconómico bajo es inadecuada. Particularmente, en el caso de los niños indígenas, el consumo de nutrientes es 20 por ciento menor al de los niños no indígenas.

Estas cifras coinciden con los datos de la Relatoría Especial de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, que en el informe 2011 de su misión a México, refiere que aunque en la última década las tasas de malnutrición han descendido gradualmente, hasta 2006 uno de cada tres niños indígenas menores de cinco años sufría malnutrición crónica, frente a uno de cada diez niños no indígenas.

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