Volumen maderable en México
El volumen maderable anual en México queda integrado por tres componentes básicos: la producción de los ecosistemas naturales (bosques, selvas, manglares, vegetación de zonas áridas, etc.); la producción que aportan las plantaciones forestales comerciales; así como la cosecha de árboles que provienen de los sistemas agroforestales.
La producción o cosecha formal se genera en el marco de la normatividad y la legislación. Por otro lado, la producción o cosecha informal ―que carece de control— puede ser legal, empero, también clandestina o furtiva. La cosecha informal con base legal se ampara en el artículo 71 del Reglamento de la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, que autoriza el aprovechamiento de recursos y materias primas para uso doméstico, pero queda condicionada por el artículo 73 que establece que “la leña para uso doméstico deberá provenir de arbolado muerto, desperdicios de cortas silvícolas, limpia de monte, poda de árboles y poda de especies arbustivas”.
El enorme consumo de madera con fines domésticos y en especial para combustible en el medio rural, rebasa el alcance del referido artículo 73 y se traduce en una actividad extractiva de arbolado en pie; así, la cosecha maderable informal adopta un carácter ilegal.
La mayor parte de la cosecha informal ocurre como explotación hormiga (pequeños volúmenes de extracción per cápita realizada por un considerable número de habitantes en amplias regiones). La llevan a cabo poblaciones y comunidades con estrecha dependencia de los recursos forestales. Parte de esta cosecha de carácter ilegal tiene un fin comercial a cargo de grupos de talamontes que han proliferado en años recientes, operan con un alto grado de organización y con sistemas cada vez más sofisticados, equipados con motosierras, vehículos apropiados de transporte e incluso armas, además se presume que actúan coludidos con establecimientos industriales.
Lamentablemente, para un cálculo confiable de la cosecha maderable total, se cuenta con información relativa a la producción maderable formal, la cual de manera tradicional se sustenta en los ecosistemas y en fechas recientes, también de la producción proveniente de plantaciones. Para el caso de la cosecha informal, se carece de metodologías que se puedan considerar válidas y confiables para su estimación, al igual que de datos sobre la madera que se extrae de los sistemas agroforestales.
La cosecha maderable informal por parte de las comunidades rurales, se orienta al autoconsumo, en particular con fines energéticos (leña y carbón), usos domésticos e incluso artesanales, los más importantes componentes que inciden en la cosecha maderable anual. Como destaca la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) “los países en desarrollo representan casi el 90 por ciento del consumo mundial de combustibles leñosos, siendo la madera aún la fuente principal de energía para la cocción de los alimentos y la calefacción”.
Se reconoce que parte de la cosecha informal que realizan las comunidades se canaliza en su propio entorno a la venta de productos de poco valor agregado. Esta situación permite que un sector de la población rural, genere recursos económicos, que aunque escasos, son de gran impacto por su condición de extrema marginación. Estimaciones nacionales e internacionales ubican el consumo nacional de madera rolliza, con propósitos de leña en 36, 37 y aún 38 millones de metros cúbicos de madera en rollo. El consumo medio de leña combustible per cápita y al día, por parte de las comunidades rurales, fluctúa entre 1.48 y 2.97 kilogramos de madera.
Por la naturaleza de la actividad, se carece de un registro confiable de la cosecha que realizan los grupos de talamontes. Diversas fuentes han expresado cifras especulativas al respecto, las que no parecen estar apoyadas con un sólido sustento técnico o científico. Así, en tanto la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ha externado como estimación el intervalo de 5-7 millones de metros cúbicos, la FAO da la cifra de 13.3 millones. Otros cálculos parten de que dicha cosecha es semejante al volumen anual autorizado, el resultado es de alrededor de siete millones de metros cúbicos por año. Otra cifra que se ha externado señala una fluctuación entre tres y cuatro millones de metros cúbicos.
Aunque el monto de la cosecha maderable a partir de las plantaciones sólo corresponde a 6.17 por ciento de la cosecha legamente esperada en 2009. No obstante, se considera que la cosecha informal representa la fuente potencial de producción nacional de madera para el futuro. Se tiene conocimiento de la existencia de una superficie de alrededor de 11 millones de hectáreas potenciales para dedicarlas a esta actividad productiva.
Producción maderable de sistemas agroforestales
Los sistemas agroforestales son aquellos que combinan la producción agrícola o pecuaria con la plantación de especies arbóreas. El empleo de árboles incide en el aumento de la producción, proveen sombra para el ganado, coadyuvan a la producción sustentable e impactan favorablemente en el microclima.
Por otro lado, aportan leña, madera, forraje, frutos y otros bienes de utilidad. En cuanto a la capacidad de estos sistemas para producir madera, se ha destacado que por tratarse de una actividad dispersa, no se adaptan para cumplir con “estándares de calidad uniforme y flujo requerido en los principales mercados madereros a nivel nacional”. Por este motivo, su potencial se concentra en abastecer de madera a las comunidades rurales.
Resulta insoslayable reconocer que los sistemas agroforestales también aportan madera, en especial para fines energéticos, así como para diversos usos domésticos. Bajo tal premisa y con base en los datos de la población rural, se estimó que alrededor de 200 mil familias en el sureste del país, usan cada una, cerca de 1.5 metros cúbicos de madera al año de árboles y arbustos ubicados dentro de sistemas agroforestales. Así, se obtuvo una estimación de 300 mil metros cúbicos.
