Análisis

Incómodas verdades en el sector agroforestal

La cosecha maderable total

El trabajo del doctor Caballero Deloya constituye un esfuerzo por obtener una estimación de la cantidad total de madera que se cosecha anualmente en México, para lo cual se tomó como referencia el año 2009. Para ese propósito se han considerado todos los sistemas que aportan madera, es decir, los ecosistemas naturales (bosques y selvas) y aquellos creados o inducidos por el ser humano, como es el caso concreto de las plantaciones forestales comerciales y los sistemas agroforestales.

Sin embargo, en alcanzar el objetivo propuesto, el mayor obstáculo fue la carencia, insuficiencia, obsolescencia y, en algunos casos, la escasa confiabilidad de la información disponible. Las cifras que consignan las dependencias encargadas de captar, analizar y difundir estadísticas de la producción forestal nacional, tanto en el ámbito federal como en el estatal, acusan un rezago hasta de cuatro años. Los registros más recientes sobre la producción forestal de México corresponden al Anuario Estadístico de la Producción Forestal y se refieren al año 2006.

Por otro lado, el proceso oficial de manejo de datos, continúa ceñido a procedimientos tradicionales, con escasos conceptos nuevos de informática que conduzcan a la obtención de valores más apegados a la realidad y a las necesidades actuales de información.
Un ejemplo es el Anuario Estadístico de la Producción Forestal 2004, en lo que se refiere a plantaciones, que proporciona la extensión de las superficies ocupadas por las mismas e incorpora los proyectos en desarrollo, en ambos casos a escala nacional y de entidad federativa. Sin embargo no incluye estadísticas de la producción que incorporan cada año. Por su parte, el anuario de 2006 no brinda información sobre plantaciones. Igual situación prevalece con respecto de las estimaciones de la madera proveniente de la agroforestería, así como del arbolado urbano y suburbano.

El estudio refleja que las cifras oficiales subestiman el monto real de la cosecha maderable. Tal situación tiene su explicación en el hecho de que la mayor parte de la cosecha que se extrae es de carácter informal o ilegal por lo cual carece de registro y de control. No obstante que es reconocido y aceptado, tampoco hay estudios que permitan hacer las estimaciones del caso.

Con frecuencia, diversas fuentes insisten en que la producción maderable potencial anual es cercana a los 30 millones de metros cúbicos de madera rolliza; en tanto que el monto del aprovechamiento maderable anual (variable entre siete y 9.5 millones de metros cúbicos a lo largo del último medio siglo) permanece muy por debajo de dicho potencial.

Para citar un ejemplo sobre el particular, el Programa Estratégico Forestal 2025, cuando hace referencia a los resultados del Inventario Nacional Forestal Periódico, destaca: “de la superficie total de bosques con que cuenta el país, 21.6 millones de ha tienen potencial comercial. De esta superficie, sólo se aprovechan actualmente 8.6 millones de ha.

De incorporarse toda la superficie potencial al manejo, se producirían alrededor de 30 millones de m3 de madera, de los cuales 38 por ciento podría provenir de coníferas, 32 por ciento de especies tropicales y 30 por ciento de encinos y otros árboles latifoliados”.

Con base en la premisa anterior, se ha insistido que la capacidad productiva de los bosques de México es subutilizada, en detrimento del desarrollo de la nación y en particular de la economía de las poblaciones rurales.

Debe enfatizarse el hecho de que el valor del aprovechamiento maderable que tradicionalmente se maneja, es el que corresponde a los registros de las dependencias oficiales. Registros que por su naturaleza, sólo consideran los aprovechamientos legalmente autorizados, en todo el país. Los resultados del análisis demuestran que la extracción maderable supera, con mucho, los números oficiales y que el recurso forestal de la nación durante años, lejos de estar “subutilizado”, ha sido “sobreexplotado”.

A lo largo de años, diversas instancias internacionales, como la FAO, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y algunas organizaciones del país, han aportado estadísticas orientadas a reflejar el monto real de la cosecha maderable anual total del país, que corrobora que los datos oficiales del gobierno, aportados por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y el INEGI son parciales y subestiman significativamente los valores reales.

No obstante, dichas instancias han pasado por alto la situación real, para continuar con la divulgación sólo de estadísticas tradicionales de carácter oficial. Dejar a un lado la realidad que rodea a la extracción maderable de México, cancela la oportunidad de aplicar políticas apropiadas que enfrenten el problema. La evidencia de esto lo constituye el proceso de destrucción y deterioro que de manera continua y sistemática afecta a los recursos forestales de la nación.

Desde épocas remotas las etnias y poblaciones ubicadas en las cercanías a los macizos arbolados, obtuvieron de ellos en forma abierta, innumerables bienes y servicios para su supervivencia. A través del respeto a “usos y costumbres”, la legislación nacional dio validez jurídica a dichas tradiciones.

De esa manera, en la legislación forestal vigente, esto es la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, a través del artículo 71 de su reglamento, establece: “El aprovechamiento de recursos y materias primas forestales para uso doméstico no requerirá autorización, salvo en los casos que se especifiquen en las normas oficiales mexicanas u otras disposiciones aplicables, y será responsabilidad del dueño o poseedor del predio de que se trate”.

Por desgracia, la discrecionalidad del marco jurídico ha propiciado no sólo la extracción irrestricta de madera de los bosques para usos domésticos, aún más, para su venta ilícita. Dicha circunstancia es favorecida por la falta de control y seguimiento de la autoridad a ese tipo de aprovechamientos.

Si a la cifra del consumo de madera con fines domésticos, por parte de las comunidades rurales, se suma el monto estimado de volumen maderable que extraen a través de la “tala clandestina”, algunos grupos organizados, se concluye que 82 por ciento de la cosecha maderable nacional es de carácter informal e ilegal y con ello ajena a cualquier tipo o modalidad de normatividad y control.

Tan sólo alrededor de 16 por ciento de la cosecha total corresponde a volúmenes autorizados, la mayoría efectuados mediante sistemas de manejo de bosques y selvas del país. La diferencia (cerca de 2 por ciento) corresponde a plantaciones forestales comerciales y a la extracción de arbolado en sistemas agroforestales.

El dominio de la cosecha maderable ilegal
La cosecha maderable global para 2009 en México ascendió en 42.98 millones de metros cúbicos. Las fuentes proveedoras de este volumen son: 1) cosecha informal de madera a cargo de la población rural, 28.35 millones de m3 (66%); 2) cosecha maderable procedente de autorizaciones legales, 6.90 millones de m3 (16%); 3) cosecha maderable de explotaciones ilegales por grupos organizados, 7.00 millones de m3 (16.30%); 4) cosecha de plantaciones forestales comerciales, 0.426 millones de m3 (1%), y 5) de sistemas agroforestales, 0.300 millones de m3 (0.70%).

Los resultados permiten concluir que la cifra que reportan las instancias gubernamentales, con respecto a la producción maderable anual, es tan sólo 16 por ciento del volumen real de la cosecha maderable total del país. Tan significativa subestimación se debe, primordialmente, a que las estadísticas oficiales no toman en cuenta la parte correspondiente a la extracción informal y la ilícita que cada año se hace de los bosques de toda la nación.

La Semarnat, en su carácter de órgano oficial del gobierno federal en materia forestal, de los recursos naturales y del ambiente de México, no emite ningún tipo de estimación formal de esta importante actividad.

Además de los aprovechamientos maderables formales que se llevan a cabo en los bosques y selvas, existen otros sistemas que aportan madera en México, de los cuales se carece de registros o estudios específicos y, por lo tanto, no figuran en las cifras anuales de la producción forestal que publican las instancias de gobierno. Sobre el particular es importante citar tres sistemas: a) las plantaciones forestales comerciales; b) los sistemas agroforestales que operan primordialmente en la región tropical del país, y c) el aprovechamiento de árboles en sistemas urbanos y suburbanos.

La cosecha maderable informal e ilegal ha crecido en los últimos años. Existen bases para suponer que se ubica por encima de 80 por ciento de la cosecha anual total. Un componente de esta extracción responde a necesidades ingentes de comunidades rurales que viven dentro o cerca de los macizos arbolados en especial para combustible. Otro componente responde a una creciente actividad clandestina por grupos de talamontes con alto grado de organización y eficiente operación en la ilegalidad.

La posibilidad anual de los ecosistemas arbolados del país, de acuerdo a su productividad, se evalúa en 30 millones de metros cúbicos de madera rolliza (PEF, 2003). Si se parte de la base de que la extracción anual efectiva de madera alcanza, prácticamente, los 43 millones de metros cúbicos, resulta evidente que el recurso forestal de México es sujeto de una sobreexplotación que supera la cifra de diez millones de metros cúbicos por año. Esta situación explica, en parte, la razón por la cual el patrimonio forestal del país se reduce y se degrada significativamente año con año.

El 24 de noviembre de 2008, el diario Reforma consignó una declaración de Gabriel Calvillo, ex fiscal especial ambiental de la Procuraduría General de la República el cual equipara el combate al narcotráfico con delitos ambientales: “Hay delitos muy parecidos al narcotráfico; la Federación trabaja, por ejemplo, en temas de tala clandestina en los montes, pero a los gobiernos locales les corresponde perseguir el delito del aprovechamiento de la madera; al igual que con las drogas, si no le pegamos al consumo, de nada sirve exponer al Ejército y a la Procuraduría del Ambiente si en las ciudades no se puede hacer nada”, dijo el litigante.

“Una propuesta de reforma que hicimos sobre este delito en Coahuila y Quintana Roo es tratarlo de forma parecida al narcotráfico. Las grandes constructoras utilizan cantidades monumentales de madera —polines, por ejemplo— que por supuesto saben que son de procedencia ilegal”, dijo Calvillo.

Por su parte, el fiscal encargado de atender los delitos ambientales en el DF, Samuel Ibarra, los llamó delincuentes “de cuello verde”. “Estamos hablando de redes organizadas, así como hay delincuencia de ‘cuello blanco’, también hay delincuencia de ‘cuello verde’; las redes que están detrás de la tala de árboles no son organizaciones menores.”

La biodiversidad forestal en peligro
La biodiversidad forestal corre peligro debido a la elevada tasa de deforestación y degradación forestal, así como a la disminución de la superficie de bosques primarios. Sin embargo, en muchos países se observa una tendencia positiva constante de conservación de la biodiversidad forestal en zonas específicamente designadas para esta finalidad.

Éstas son algunas de las conclusiones principales del informe Evaluación de los recursos forestales mundiales 2010, elaborado por la FAO y que representa la evaluación más completa que se haya publicado de los bosques del mundo.

En todo el mundo —indica el informe—, entre los años 2000 y 2010, se convirtieron al año a otros usos, como la agricultura, unos 13 millones de hectáreas de bosques, o se perdieron por causas naturales, en comparación con los 16 millones de hectáreas al año del decenio de 1990.
Más de una tercera parte de todos los bosques está clasificada como bosques primarios, aquellos que no presentan indicios visibles de intervención humana. Los bosques primarios, en particular los pluviales tropicales, contienen algunos de los ecosistemas más diversos y con mayor abundancia de especies del mundo. En todo el planeta, los bosques primarios ocupan 36 por ciento (mil 400 millones de hectáreas) de la superficie forestal, pero ésta se ha reducido en más de 40 millones de hectáreas, o 0.4 por ciento anual en los últimos diez años.

El documento destaca que las principales amenazas para la biodiversidad forestal son la gestión forestal insostenible, el cambio climático, los incendios forestales, las plagas de insectos y las enfermedades, las catástrofes naturales y las especies invasoras. Cabe señalar que en América del Sur se ha producido la pérdida mayor de bosques primarios, seguida de África y Asia.

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